Tras la muerte de Franco (20/XI/1975) se agudiza la brecha latente desde años atrás en la política musical española.
Las tensiones derivadas de la insistencia continuista e incluso triunfalista del Poder van en aumento.
Antonio Iglesias, subcomisario de la Comisaría de la Música, es la cara visible de una gestión musical de fuerte centralismo y de una política de encargos y contrataciones atenta a los compositores consagrados, a los grandes intérpretes internacionales y a los eventos de relumbrón, en detrimento de las nuevas tendencias y valores de la música española.
Los músicos mostrarán sus reivindicaciones, bien desde la poiesis o la intencionalidad explícita o implícita de ciertas obras, o bien mediante huelgas, manifestaciones, asociacionismo y sindicación. El malestar de diversos creadores y el estreno de Apuntava l’alba de Josep Soler (con declaraciones del autor leídas ante notario en un ambiente muy crispado) en la VI Semana de Nueva Música (Barcelona 1976) es un buen ejemplo de este clima de tensión. El I Encuentro de Jóvenes Artistas de Vigo (1976), planteado como autogestionado, es otro caso paradigmático.
El sector oficial homenajea a Iglesias en el Hotel Castellana a modo de desagravio, en tanto que los partidarios del cambio impulsan un contrahomenaje. Como parte constructora de la realidad, los medios musicales también hablan de dos sectores: el inmovilista (conocido como el búnker) y el aperturista. En suma, la democracia también se estaba construyendo desde la música.
When Franco dies (20/XI/1975) the latent gap existing for years in the Spanish music policy widens. The tensions grow stronger due to the continuism of the political power and its triumphalism.
Antonio Iglesias, the deputy commissioner in the Comisaría de la Música, is the visible face of a highly centralized music management, in which “friendly awarding” of public contracts and political favoritism are given to hallowed composers, renowned international music performers and to boastful events. Consequently, the new musical trends, preferences and values are kept hidden.
Musicians have different ways to show their claims and they do so by protesting through their own compositions, or taking part in strikes, manifestations, in anti-establishment associations and in union organizations.
There are some striking examples of the current state of tension, such as in the premiere of Apuntava l’alba by Josep Soler in the VI Semana de Nueva Música (Barcelona 1976), and in the paradigmatic I Encuentro de Jóvenes Artistas de Vigo (1976), posed as a self-managed initiative.
While the official and conservative sector pays homage to Iglesias at the Hotel Castellana as a way of making amends, supporters of bringing about political change take part against the homage. Musical media also speaks about two political positions: the conservative (known as the bunker) and the progressive. To sum up, Democracy was also being built by music influence.
© 2001-2025 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados