Colombia
Un mínimo de coherencia y decencia moral haría que las personas que comen carne tuviesen que enfrentar la dura acusación que lanza Coetzee y PETA: tales personas son una especie de neonazis porque permiten, e incluso auspician, que millones de seres valiosos y sintientes mueran en esos actuales campos de concentración llamados mataderos y granjas industriales. Pero ¿hay un modo de hacer frente a tal acusación sin negar hechos evidentes sobre el sufrimiento y el valor de la vida de los animales no humanos? El objetivo del presente texto es explorar tres posibles respuestas a tal acusación. La primera sostiene que el animalista cae en el antropomorfismo al adjudicar erróneamente personalidad a los animales. La segunda sostiene que el desacuerdo moral entre animalistas y no animalistas es un enfrentamiento de intuiciones morales incompatibles que no puede ser resuelto de manera racional a través de la argumentación. La tercera afirma que la apelación a la empatía no produce preocupación moral por los animales. Un contraejemplo frecuentemente citado sobre la conexión entre crueldad y empatía es el amor generalizadopara con los animales por parte del Tercer Reich.
A minimum of coherence and moral decency would make people who eat meat have to face the harsh accusation that Coetzee and PETA throw: such people are a kind of neo-Nazis because they allow, and even encourage, millions of valuable and sentient beings to die in those new concentration camps called slaughterhouses and industrial farms. But is there a way to deal with such an accusation without denying obvious facts about the suffering and value of animal life? The aim of the present text is to explore three possible answers to this accusation. The first argues that the animalist falls into anthropomorphism by wrongly assigning personality to non-human animals. The second holds that the moral disagreement between animalists and non-animalists is a confrontation of incompatible moral intuitions that cannot be resolved rationally through argumentation. The third affirms that the appeal to empathy does not cause moral concern for animals. A frequently cited counterexample of the connection between cruelty and empathy is the generalized love of animals on the part of the Third Reich.
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