Si pudiéramos decidir dónde fijar un punto de inflexión en lo que se refiere a los estilos arquitectónicos y a su relación con el género, posiblemente sería el periodo en el que se desarrolla el art déco –y, por supuesto, también la escuela de la Bauhaus. Esto se debe a que fue precisamente en ese periodo en el que las mujeres comenzaron a tener mayor presencia en un ámbito tradicionalmente –incluso en la actualidad– dominado por hombres. Habitualmente se ha tildado el arte y la arquitectura déco como femeninos, tal vez por la presencia de formas sinuosas, por su característico oropel, por un uso de materiales exquisitos o por su gusto refinado en exceso en el que los elementos florales y las piezas decorativas aparecen como algo inherente. Son unos planteamientos y deducciones que han calado en el seno de nuestras sociedades sin demasiado esfuerzo por su intrínseca lógica patriarcal, pero que, sin duda, se han pronunciado desde esa visión sesgada androcentrista del mundo, en la que incluso los valores estéticos son asignables a un género dentro de una vorágine permanente de sexualización y dotación de connotaciones sexistas a elementos que, por su propia naturaleza neutra, no deberían tenerlas. Estos aspectos, entre otros, son los que pretendemos analizar en esta investigación, tratando de aproximarnos desde los estudios de género a los planteamientos arquitectónicos del art déco y a algunas de sus principales obras.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados