Casi toda la producción compositiva de Chopin está dirigida al piano, pero tras su muerte, se suceden una serie de transcripciones de sus obras para otros instrumentos. Esto se debe a la calidad de su obra y a la expresividad característica que definen sus melodías. Tal y como prueban los documentos hemerográficos y las obras consultadas en los fondos de la Biblioteca Nacional y la biblioteca del Real Conservatorio Superior de Música de Madrid, se realizaron orquestaciones y adaptaciones de sus composiciones para diferentes agrupaciones. Los arreglos de las obras de Chopin más interpretados estos años fueron: la Fantasía de flauta sobre una melodía de Chopin compuesta por Jules Demersseman; el Estudio op. 25 nº7 en Do sostenido menor instrumentado por Giovanni Bottesini; la Introducción y polonesa brillante op.3, en Do mayor arreglada para orquesta por Tomás Bretón; y la celebérrima Marcha fúnebre orquestada por Prosper Pascal
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