Este año, el jurado ha salido airoso de la faena y ha logrado terminar con el ya tradicional monopolio por el que, en ediciones anteriores, las agencias comprometidas en este grupo, que es a la vez juez y parte, abandonaba el teatro Victoria Eugenia de San Sebastián con el 50% de los premios bajo el brazo, hecho que provocaba más de un comentario malicioso. En esta edición, sin embargo sólo se llevaron el 25%. Por lo demás, el festival se fue como había venido: sin sorpresas, pero con dignidad. Algunos se dedicaron al arte del mus y otros acabaron la noche soplándole las tripas a un alcoholímetro por exceso de velocidad. Y sin ninguna duda, la anécdota que más dio que hablar fue la protagonizada por Pastor Publicidad.
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