En las últimas dos décadas, los estudios sobre procesos de clima frío se han multiplicado en la Península Ibérica, en un contexto de creciente interés internacional en la dinámica de los ambientes glaciares y periglaciares. Dicho interés ha promovido la formación y consolidación de grupos de investigación en torno a la International Permafrost Association, con un significativo aumento de investigaciones que incluyen artículos de síntesis sobre estos fenómenos en el ámbito peninsular. El presente trabajo aporta una revisión del estado de la cuestión, sobre los estudios realizados en el extremo NE peninsular de la Cordillera Bética (1973-actualidad). El objetivo de esta aportación es revisar y sintetizar el conocimiento de este espacio montañoso, donde las altitudes por encima de los 1000 m s.n.m. ocupan una superficie de 190 km2. En los resultados destaca la localización de derrubios estratificados, a 800 m s.n.m, y suelos en guirnaldas, a poco más de 1500 m s.n.m. Se resalta la necesidad de continuar con la labor de catalogación e inventario de formas en numerosos macizos que todavía están escasamente estudiados, así como la de aplicar procedimientos de datación.
In the last two decades, studies on cold climate processes have multiplied in the Iberian Peninsula, in a context of growing international research interest on the dynamics of glacial and periglacial environments. This interest has promoted the formation and consolidation of research groups around the International Permafrost Association, and a significant increase in the number of research contributions on these topics including review articles of evidence documented in the Iberian Peninsula. This work compiles previous studies carried out in the NE end of the Betic mountain range, (1973-present). The aim is to provide a comprehensive review of periglacial processes and landforms observed in this mountainous area, where altitudes above 1000 m a.s.l. extend over an area of 190 km2. The results highlight the location of stratified debris, at altitudes down to 800 m a.s.l., and soils in garlands at 1500 m a.s.l. Moreover, there is still a continuing need of developing landform inventories in numerous mountain areas that remain poorly studied, in addition to applying dating procedures.
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