Con la Revolución Industrial, el progreso económico significaría desarrollo humano (mejora de calidad de vida). Así, el crecimiento/desarrollo depende de los recursos naturales y de la conducta humana. Esta interacción acarrea consecuencias negativas socioambientales. Desde el ámbito educativo, se propone una pedagogía ética para el desarrollo de la personalidad y comportamiento moral, basado en las capacidades (facultades personales y oportunidades del entorno político-socioeconómico). Esto implica medir la calidad de vida de un país contemplando educación, participación, seguridad, igualdad o sostenibilidad medioambiental. Por ello, la formación de capacidades y la libertad terminan siendo irrenunciables para alcanzar altas cotas de desarrollo sostenible.
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