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Irak tras la caída del Dáesh

  • Autores: Juan José Escobar Stemmann
  • Localización: Cuadernos de estrategia, ISSN 1697-6924, Nº. 196, 2018 (Ejemplar dedicado a: Oriente medio tras el Califato), págs. 71-104
  • Idioma: español
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  • Resumen
    • español

      El pasado 14 de febrero, la comunidad internacional volvía a prestar su apoyo a Irak participando en la conferencia de Kuwait para la reconstrucción de Irak, en la que diversos actores internacionales pusieron sobre la mesa treinta millones de dólares en créditos y garantías para reconstruir las zonas asoladas por los tres años de guerra contra el Dáesh. La conferencia culminaba un año muy positivo para el gobierno iraquí liderado por el primer ministro Hayder al Abadi, en el que los últimos territorios controlados por el Dáesh caían en manos de las Fuerzas de Seguridad Iraquíes (FSI) tras la decisiva batalla de Mosul culminada en septiembre de 2017 y en el que el gobierno iraquí desactivaba la deriva independentista del Gobierno Regional del Kurdistán (GRK) tras el referéndum de independencia celebrado el pasado 25 de septiembre y con la toma del control por parte de las FSI de la ciudad de Kirkuk, sus pozos petrolíferos y la mayor parte de los territorios en disputa.

      Una nueva etapa parece abrirse en Irak. Tras tres años de guerra contra el Dáesh, las FSI controlan todo el país y siguen persiguiendo a los remanentes de la organización terrorista, desperdigada en los desiertos de Anbar y Nínive y en las montañas de Hamrin. La grave crisis económica producida por la drástica caída de los precios del petróleo en el año 2014 comienza a superarse, y el gobierno iraquí parece decidido a adoptar medidas para diversificar la economía, promover el sector privado y luchar contra la corrupción. El proceso de reconstrucción que se iniciará este año debería servir de palanca para promover las reformas económicas. Irak ha recuperado su posición en la región gracias a una política exterior pragmática, dirigida a recuperar las relaciones con los países del Golfo, sin menoscabar su cercanía a Irán.

      En todo caso, las elecciones generales del próximo mes de mayo serán sin duda esenciales para determinar si este rumbo se consolida. Irak debe hacer frente a graves problemas estructurales derivados del impacto de las divisiones y conflictos pasados, del rápido crecimiento de la población, la disfuncionalidad de su sistema económico y administrativo, la fragmentación política y los conflictos étnicos y sectarios. La clase política iraquí solo podrá hacer frente a estos retos estructurales si va más allá de sus divisiones y consigue trabajar de forma conjunta. El primer ministro Hayder Al Abadi aparece como claro favorito en la próxima cita electoral, pero deberá ganar las elecciones con cierto margen para poder ejecutar dicha política.

    • English

      On February 14, the international community once again lent its support to Iraq participating in the Kuwait conference for the reconstruction of Iraq in which several international actors put on the table 30,000 million dollars in credits and guarantees to rebuild the devastated areas for the three years of war against Dáesh. The conference culminated a very positive year for the Iraqi government, led by Prime Minister Hayder al Abadi, in which the last territories controlled by Dáesh fell into the hands of the Iraqi security forces (FSI), after the decisive battle of Mosul culminated in September of 2017, and the Iraqi government deactivated the independence drift of the Kurdistan regional government (KRG), after the independence referendum held on September 25, with the takeover by the ISF of the city of Kirkuk, its oil wells and most of the territories in dispute.

      A new stage seems to open in Iraq. After three years of war against Dáesh, the ISF´s control the entire country and continue to persecute the remnants of the terrorist organization scattered through the deserts of Anbar and Nineveh and the Hamrin Mountains. The serious economic crisis caused by the drastic fall in oil prices in 2014 is beginning to be overcome, and the Iraqi government seems determined to adopt measures to diversify the economy, promote the private sector and fight against corruption. The reconstruction process that will begin this year should serve as a lever to promote economic reforms. Iraq has regained its position in the region thanks to a pragmatic foreign policy aimed at regaining relations with the Gulf countries, without undermining its proximity to Iran. In any case, the general elections next May will undoubtedly be essential to determine if this course is consolidated. Iraq must face serious structural problems stemming from the impact of past divisions and conflicts, rapid population growth, the dysfunctionality of its economic and administrative system, political fragmentation, and ethnic and sectarian conflicts. The Iraqi political class can only face these structural challenges if it goes beyond its divisions and manages to work together. Prime Minister Hayder Al Abadi appears as a clear favorite at the next election, but he must win the elections with a certain margin to be able to execute said policy.


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