Los japoneses acostumbrados a una sola raza en su país de origen, a partir de 1908, llegan a un Brasil multirracial.
En el proceso de asimilación a un nuevo lugar, la negación o aceptación de las raíces es un drama existencial que todo inmigrante experimenta.
Retratos japoneses no Brasil (2010), editado por Marília Kubota, recorre por medio de sus varios autores la memoria y la realidad de los japoneses en tierras brasileñas.
De igual manera, la novela televisiva Haru e Natsu: as cartas che não chegaram (2005) de Mineyo Sato, observa las transformaciones socioculturales que experimentan sus protagonistas a partir de la inmigración y por medio de sus historias se observa cómo el desarraigo y los lazos interpersonales reformulan la identidad nipo-brasileña.
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