La consecuencia directa que todo periodo de conflicto crea en la sociedad que lo sufre es su fragmentación, principalmente si se trata de una guerra. En el caso de la posguerra tras la Guerra Civil (1936-1939) este cisma dividió a la sociedad española entre los vencedores, que organizaron y estructuraron el discurso oficial, y los vencidos, cuya experiencia personal, en la mayoría de los casos, fue ocultada. Conforme avanzó el proceso de democratización del país, un grupo nutrido de lo que se ha denominado niños de la posguerra sintió la necesidad de utilizar sus recuerdos personales, es decir, su memoria individual, para vertebrar una narración que permitiera resarcir su dolor como víctimas a través de la publicación de esos recuerdos de infancia. Estas narraciones han contribuido, por contraste o adición, a la creación de una memoria colectiva común a una mayoría de miembros de esta generación. En este sentido, el historietista Carlos Giménez publicó entre los setenta y ochenta la obra Paracuellos, en cuyas páginas relataba sus vivencias como niño de la posguerra. En esos mismos años, dentro del semanario satírico El Papus, publicaba una historieta, titulada España. Una, grande y libre, con una intención claramente política, ideológica y ciertamente reivindicativa en contra del régimen franquista. Ciertas narraciones escogidas de estas dos obras y la indagación personal de los alumnos les permitirá ser conscientes de la intrahistoria de la posguerra y contribuirá a su mejor conocimiento de la obra de narradores contemporáneos como Juan Marsé o Manuel Vázquez Montalbán. Estos autores comparten con Giménez la necesidad de mostrar sus recuerdos personales y, con ello, favorecen la formación de la memoria colectiva de su generación.
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