Dirigido a docentes, el texto aborda las implicaciones educativas de un enfoque actualizado e integrador del desarrollo moral, que recomienda diferenciar entre los dominios personal, convencional y moral. Desde esa perspectiva, examina dos temas relacionados, según los diferentes niveles educativos o de edad: Primero, la importancia del clima social y emocional predominante en las aulas y escuelas, ya que los climas caracterizados por la calidez, la equidad y la confianza promueven la conducta prosocial y una “orientación de buena voluntad” (Arsenio y Lover). Especial atención se le presta a los riesgos de las camarillas y la exclusión entre pares durante la adolescencia, así como a la necesidad de subdividir las escuelas grandes en comunidades educativas más pequeñas ―o a escala humana―. Segundo, la importancia práctica y ética de complementar una atmósfera moral positiva con una disciplina constructivista o evolutiva. Una disciplina que además de las metas comunes de control y eficiencia, también se propone elevar la competencia social y moral de los estudiantes enfatizando la motivación intrínseca, las habilidades de solución de problemas sociales, y un uso moderado de las consecuencias lógicas del mal comportamiento; en lugar del énfasis usual en modelar la conducta mediante recompensas y castigos extrínsecos.
Aimed to teachers, the text addresses some educational implications of an integrative and updated approach to moral development that stresses the importance of differentiating the personal, conventional and moral domains. From that perspective, two related issues are discussed according to the different educational or age levels:
First, the developmental importance of the overall social and emotional climate of the schools and classrooms, since climates characterized by warmth, fairness, and trust foster prosocial behavior and a general “goodwill orientation” (Arsenio & Lover). Special attention is devoted to the risks of cliques and peer exclusion in adolescence, and to the need of breaking down large schools into smaller―human scale―educational communities. Second, the practical and ethical importance of complementing a positive moral atmosphere with a developmental or constructivist discipline. It is to say, a kind of discipline that, in addition to the common goals of control and efficiency, also assumes the goal of increasing the social and moral competence of the students through an emphases on intrinsic motivation, social problem-solving skills, and a “light” use of logical consequences of misbehavior, instead of the traditional emphases on shaping behavior through extrinsic rewards and punishments.
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