A lo largo de los siglos todos los pueblos han ido adaptando su dieta a los alimentos de que disponían, añadiendo otros alimentos que llegaban de otros lugares y que podían ser adaptados también en su zona. La dieta mediterránea fue reconocida con este nombre a partir del “Estudio de los siete países” (1), realizado por el fisiólogo norteamericano A. B. Keys. El estudio de los siete países tenía como objetivo observar la relación de la dieta y el estilo de vida con los factores de riesgo y la incidencia de enfermedades cardiovasculares, incluyendo, en especial, la muerte por infartos o ictus.
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