Hasta el siglo XX el campo de la arquitectura en el ámbito del patrimonio, quedó dividido en dos grandes modelos, en términos de actitud, expuestos por Víctor Hugo y Ruskin y desarrollados arquitectónicamente bajo las denominaciones de restauración Estilística (Violet Le Duc) y Anti-restauración. En el primer tercio del siglo XX, el panorama había derivado hacia una situación en la que cada arquitecto aplicaba en términos generales de forma interpretada las posturas anteriores en base su propia receta, con escasa o nula conciencia de sus bases teóricas. Gran parte de ellas obedecían simplemente a la inspiración de los autores, que ante la ausencia de una investigación profunda y/o del acceso a una documentación adecuada, fueron seguidos por un reducido número de incondicionales.
En 1931, ve la luz en la Carta de Atenas, donde se establecieron nuevas posturas arquitectónicas, no tanto, como planteamientos teóricos novedosos, cuanto, valoración e interpretación de los resultados obtenidos hasta la fecha.
En este momento la arquitectura había desembarcado decididamente en novedosos planteamientos teóricos que reclamaban una nueva actitud arquitectónica, identificados en lo que se llamaría el Movimiento Moderno con todas sus cualidades racionalistas, funcionalistas, constructivistas, orgánicas, etc., donde la arquitectura histórica quedaba aparentemente relegada.
Esta situación, se evidenció en la península Ibérica de una forma clara en nombres consagrados por la propia historia de la restauración española. Sin embargo no obedecía exactamente a la realidad de un arquitecto como Sáenz de Oiza, quien, a pesar de su parquedad en la edición de textos que reflejaran sus planteamientos, si nos legó esencias que permiten perfilar su pensamiento y en cualquier caso la evidencia de un profundo conocimiento de los desarrollos teóricos más avanzados.
Prueba de ello fue la utilización de la publicación de José Luis Sert “Can our cities survive?” editado en inglés en 1942, y que hasta la fecha no se ha traducido al español, donde con anterioridad a la publicación de La Carta de Atenas por Le Corbusier (1943), Sert realiza el esfuerzo de sintetizar el 4º Congreso Internacional de Arquitectura Moderna de Atenas celebrado en1933, reunión que daría pie a la Carta del mismo nombre.
Así en la conferencia dictada en el Curso de Mecánica y Tecnología de los Edificios Antiguos de1983, Oiza se hace eco de la publicación de Sert para reflejar una “ triste historia", pues el punto séptimo de la 4ª reunión CIAM titulado "Edificaciones y recintos de interés histórico fue suprimido de forma salvaje –pese a la defensa de los delegados italianos que lo propusieron“.
Oiza nos revela en esta situación no tanto, la quiebra que se produjo entre las dos Cartas de Atenas donde “los que dieron la espalda a la historia, tan olímpicamente….. (son) los mismos que se sienten con fuerza moral….(estos) deberían reconocer, que no son los más autorizados ante los que siempre han amado la historia y los viejos monumentos y lo que se puede hacer de ellos”, cuanto su pensamiento ante la intervención sobre el patrimonio en términos exclusivamente arquitectónicos, postulando que supone su metamorfosis y ésta, como acción de la arquitectura, formará parte de la “operación continuada de su pura transformación; como dice Le Corbusier, sobre los escombros de la antigüedad, como las viejas catedrales cuando eran blancas, surgiendo una nueva edad”.
Palabras clave: Sáenz de Oíza, Sert, Restauración, Carta de Atenas (1931) Carta de Atenas (1933)
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