Se ha defendido que las elecciones políticas ya no pueden ganarse sin obtener el triunfo en Internet y en la telefonía móvil. Es lo que sucedió también cuando se implantó la televisión y cada vez que nace una nueva plataforma o un medio. Inmediatamente aparecen los agoreros que otorgan un papel universal de persuasión política en general y electoral en particular. Sin embargo, la realidad sigue siendo tozuda y el transcurso del tiempo va colocando a cada innovación en su lugar por el reajuste que se produce en los demás medios. Una cosa es la aportación de ambas plataformas para ayudar y complementar las estrategias comunicativas de las campañas electorales y otra es otorgarlas la capacidad total para inclinar la decisión final de los electores según su exposición a ellas.
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