Iolanda Tortajada Giménez, Núria Araüna i Baró
Varios autores y autoras identifican la década de los noventa como un punto de inflexión en la representación del género en los medios de comunicación. Desde entonces, por lo que a las mujeres respecta, se detecta un mayor repertorio de representaciones y, especialmente, en estos últimos años, una redefinición del concepto de empoderamiento. La capacidad que hoy se atribuye a las mujeres aparece vinculada a su agencia sexual, pero también a la incorporación de comportamientos agresivos y del ejercicio de la violencia, todo ello dentro de un paradigma marcadamente individualista. Para ilustrar cómo se manifiestan estas transformaciones y poner en evidencia hasta qué punto éstos son los rasgos más destacables en la configuración de las nuevas feminidades, hemos creído oportuno analizar algunos vídeos musicales de Madonna centrándonos especialmente en los aspectos del empoderamiento ligados a actitudes violentas. Hemos escogido a Madonna por su estatus de icono de la cultura popular, por su larga trayectoria musical y por el interés que ha despertado entre los académicos y las académicas para el estudio de cuestiones de género. A partir del análisis de cuatro de sus vídeos musicales �dos anteriores a la primera mitad de la década de los �90 y dos posteriores al año 2000�, hemos constatado como Madonna, dentro de los códigos de representación que se agrupan bajo la etiqueta del posfeminismo, ha modificado su caracterización con relación a la violencia, pasando de ocupar una posición de víctima a un papel de verdugo y vengadora. Como víctima, y a pesar de su poder de seducción, no puede escapar de su condición de subordinación. Sin embargo, reivindicarse como mujer dura le va a permitir tanto una venganza individual (y suicida) como, echando mano de la seducción, revalidarse en el ideal de mujer triunfadora posfeminista.
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