La mercantilización de todas las parcelas de la vida, incluso al interior de la vida animal, vegetal y humana, es una de las principales características del capitalismo. Ese proceso es fruto de una racionalidad económica instrumental y calculadora, cuyo objetivo fundamental es la obtención del máximo beneficio. Su modo epistemológico de operar se realiza a través del paradigma de la simplicidad que tiene como propósito reducir cuantitativamente la realidad sobre criterios monetarios y de crematísticos. En este trabajo se analiza ese modo de operar y de inculcar una forma de razonamiento que acepta, tolera e incluso potencia el sacrificio humano, pues considera que la competencia y el éxito de ser ganadores dentro del mercado, excluye y elimina a quienes son considerados perdedores, no competitivos o incluso criminaliza a aquellos que se oponen al modo de producción económica capitalista, por no ser merecedores del reconocimiento de lo que es humanamente digno.
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