La conexión disciplinar entre sociolingüística y literatura puede ser cultivada mediante una metodología pluridimensional que dé cuenta de la complejidad del hecho literario y del mundo actual. En este trabajo se analizan los gentilicios que aparecen en la novela El último patriarca. Se descubre una interesante estructura psicosocial y política donde la autora confronta un nuevo marco constituyente (intercultural) en coexistencia con otro que es instituyente (neocolonial, racista y machista) y aún otro subsistente (marco religioso medieval). A pesar de que la narración orienta una mirada intercultural, puede existir el riesgo de que esa perspectiva abierta e indefinida se haga luego definida y cerrada en uno de esos marcos interpretativos. El éxito de una lectura intercultural y propositiva del texto literario tendrá mucho que ver con el contexto social hegemónico, que desde luego habrá de correr ese gran velo de interferencias consistente en etiquetar a las personas por su religión, su lugar de procedencia o por su cultura
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