Eusebio V. Llácer Llorca, Fernando J. Ballesteros Roselló
El lenguaje de la ciencia, al igual que los lenguajes técnicos, se caracteriza por su especificidad. En él palabras de uso común �englobadas en el grupo comunidad científica del resto de la sociedad. No debe pues sorprendernos que el lenguaje científico especializado sea, en no pocas ocasiones, utilizado por algunos científicos �aquéllos que por el hecho de ser científicos se consideran parte de una élite intelectual� como una suerte de muralla comunicativa, que los mantiene a una distancia �prudencial� de los profanos y los diferencia del resto de los ciudadanos.
Afortunadamente estos científicos son en la actualidad una minoría, ya que la mayoría entiende que la ciencia debe, ante todo, establecer una relación fluida con la sociedad. Y aquí es donde entra en juego la divulgación de la ciencia.
Para que la ciencia pueda llegar a la sociedad en su más amplia extensión, y para que pueda ser entendible y aceptada, debe apostar por desprenderse, al menos en parte, de esa incomprensible jerga científica para adoptar un lenguaje más cercano y cotidiano. Pero todo esto colisiona con una corriente opuesta: la adopción por parte de las llamadas �pseudociencias�, como la homeopatía, la osteopatía, o el psicoanálisis de un lenguaje deliberadamente opaco que imita al científico, precisamente con el fin de revestirse de una pátina de respetabilidad, al modo de las ciencias básicas, e incluso para �protegerse�, dificultando el acceso y la comprensión del público general hacia ellas.
del vocabulario denominado general� aparecen con significados concretos, en muchas ocasiones diferentes de los que se dan en el discurso cotidiano o general. El discurso científico se caracteriza además por contar con un gran porcentaje relativo de vocabulario específico y exclusivo de este discurso. Esto hace que el lenguaje científico pueda reflejar cierta opacidad, particularmente ante la gente ajena a su uso; lo cual crea una barrera que, en la práctica, aísla a la
Scientific language is characterized by its specific characteristics. Common general words appear here with specific meanings, frequently different from the ones used in the daily language. Scientific discourse is also characterized by the great relative amount of specific vocabulary, exclusive of this discourse.
This makes scientific language to reflect a certain degree of opacity, particularly to people alien to its use; this in turn creates a sort of barrier which in practice isolates the scientific community from the rest of society. It is no surprise that specialized scientific language is often employed by some scientists �those who believe themselves to be a part of an intellectual élite� as a sort of communicative barrier, which keeps them at a �prudential� distance away from the laypersons and distinguishes them from the rest of people.
Fortunately these elitist scientists are nowadays a minority, for most of them understand that science must, above all, establish a fluid relationship with society. And here comes popularization of science. For science to reach society in its widest extension, and to be understandable, it must get rid of this incomprehensible scientific jargon in order to adopt a closer and more quotidian language. All this collides with an opposite trend: the adoption by the �pseudo-sciences�, such as homeopathy, osteopathy, or psychoanalysis, of a deliberately opaque language which imitates scientific language with the sole aim of arm these pseudo-sciences with a patina of respectability, which serves to protect themselves hence hindering the access to them and the comprehension of the general public.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados