El desarrollo de un sector y de un territorio está estrechamente ligado a la innovación. Una visión histórica de los desequilibrios territoriales ha posicionado a las áreas rurales como tradicionalmente perdedoras en el proceso de desarrollo. Sin embargo, la evidencia reciente sugiere que éste no es un resultado necesario. La generación y sobre todo el uso que se hace del conocimiento condiciona la capacidad de desarrollo de empresas y territorios. Las características de la propia empresa y también las del territorio en el que se ubican afectan su comportamiento innovador. La estructura jurídica cooperativa presenta mayor tendencia a innovar mediante el establecimiento de acuerdos de colaboración. En cuanto al territorio, la proximidad de empresas a centros de investigación tiene un efecto positivo sobre su comportamiento innovador. En cambio, la ubicación en territorio rural no supone un obstáculo para su desempeño innovador.
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