Rezuma entusiasmo y pasión por lo que hace. Tiene todos los vicios y virtudes que se encarnan en la figura del creativo publicitario: un ego que va siendo inversamente proporcional a la madurez; las dosis justas de egoísmo para aferrarse a la excelencia creativa y de generosidad para estimular a su equipo.
Reivindica la creatividad como arma infalible también en los tiempos de crisis y observa como ésta empuja hacia un nuevo modelo de agencia y de profesional. Se aferra a una niñez que, reconoce, empezó a abandonar el día que vio el negocio detrás del trabajo. Y no olvida a su pareja creativa ni a todos los que ha podido aprender. Eso, aprender, es lo que más le gusta de ser creativa publicitaria. Eso, y todo lo demás.
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