A pesar de estar en funcionamiento solo 10 años, ya hace más de siglo y medio que la línea de torres telegráficas que impone su presencia a los viajeros que transitan por la carretera de Madrid a Irún por Valladolid. La línea telegráfica tuvo su columna vertebral en una cadena de 52 torreones consecutivos que, a mediados del siglo XIX, enviaban mensajes cifrados a la torre siguiente por medio de un poste de señales. Hoy no quedan más que unas cuantas ruinas en los cerros próximos a la carretera general.
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