Entre la composición de Don Carlos (1787) y Wallenstein (1797), Friedrich Schiller (1759-1805) se centra en la estética de Immanuel Kant (1724-1804), a partir de la cual desarrolla su propia teoría dramática, de especial incidencia en María Estuardo. Este drama bien puede considerarse como la puesta en práctica de las tesis fundamentales de su autor: la finalidad última del arte tiene un carácter ético en tanto pretende representar al ser humano como sujeto libre, capaz de sobreponerse a las limitaciones impuestas por la Naturaleza. El instrumento susceptible de transformar al ser humano es la voluntad, voluntad para actuar de acuerdo con la norma de validez universal kantiana, conforme a la libertad del propio individuo y de la sociedad circundante.
© 2001-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados