No parece exagerado decir que el urbanismo español está hoy nuevamente en una encrucijada, que marca el fin de toda una época presidida por el modelo definido por la Ley de 12 de Mayo de 1956 y el inicio de otra, los perfiles de cuya imagen no son aún nítidos por apuntar varias posibilidades todavía abiertas. Y en una encrucijada, tanto en el sentido de lugar-momento a partir del cual son factibles dos o más caminos-soluciones, como en el de situación difícil en la que es dudoso que pueda decirse que tengamos las ideas mínimamente claras y conozcamos la conducta -legislativa- a seguir.
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