Mercedes Pinto, cuya trayectoria se desarrolló desde Canarias, su tierra de nacimiento, hasta México, pasando por Uruguay, conoció el éxito por sus escritos y actividades culturales y luego quedó sumida en el olvido. Sin embargo, la adaptación de su �novela� autobiográfica Él (Montevideo, 1926) a la gran pantalla por Luis Buñuel en 1952, le deparó otra vida al libro. Si en la obra literaria prevalece la autoficción y su claro compromiso feminista a favor del divorcio, adquiere nueva complejidad en la película mexicana de Buñuel el estudio del caso clínico de la paranoia. Al ataque a una burguesía parasitaria se une una subversión del género del melodrama, cuyo falso final feliz pervierte los códigos establecidos, dejando que se imponga el principio de duda. Asimismo, la exploración de los roles sexuales, heredera de la corriente surrealista, rehúye toda simplificación maniquea y se afirma como objeto fascinante para toda labor hermenéutica.
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