El problema de un �caso� ser fácil (easy) o difícil (hard) no está en sí mismo, sino en la posibilidad � que surge de la precomprensión del intérprete � de comprenderlo. Por lo tanto, existe algo anterior a la distinción: se trata de una �dobladura hermenéutica� que cada caso posee, así como ocurre con el lenguaje (un caso sólo llega a comprenderse mediante el lenguaje, porque � no nos debemos olvidar � texto es evento). En consecuencia, la distinción entre casos fáciles y difíciles está en la comprensión, y por lo tanto, en las condiciones de posibilidades que el intérprete posee, de entender los prejuicios (Gadamer). Si está en la comprensión, entonces dependerá de una precomprensión, que antecede a la �designación� de ser un caso fácil o difícil. De ahí surge la absoluta inadecuación de decir que los casos fáciles se �resuelven� mediante razonamientos deductivos (causales explicativos).
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