La integración del rio en ciudades que han crecido de espaldas a él es un reto en la planificación urbana. La existencia de un elemento natural tan potente y próximo a la ciudad consolidada, con un enorme potencial ambiental y paisajístico, contenedor de hábitats naturales y referentes visuales, nos lleva a plantear la formulación de estrategias que posibiliten la integración del río con la ciudad, pasando de ser un simple límite al crecimiento, frontera entre el campo y la ciudad, a configurarse como el elemento estructurante que incorpore elementos naturales y paisajísticos en la ordenación de la ciudad.
Es necesario que la naturaleza entre en la ciudad; que elementos naturales tan significativos en el territorio, como es el caso del río Miño, generen una estructura verde que sirva de referente tanto de la ciudad como de su entorno natural.
La planificación urbana y territorial debe aprovechar esa capacidad del territorio de reinventarse constantemente defendida por Gilles Clément en el Manifiesto del tercer paisaje, especialmente cuando está ligada a elementos naturales en continua transformación, para incorporarlas a un territorio más estático, que es la ciudad consolidada.
Es el caso de la ciudad de Lugo, caracterizada por su estructura lineal sensiblemente paralela al río Miño pero desarrollada al margen del mismo.
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