Frente a la relación que mantenían con anterioridad, la puesta en servicio de la línea de alta velocidad Madrid-Sevilla, en 1992, ha redefinido las relaciones entre la capital de España, Ciudad Real y Puertollano. Por una parte, y en lo que a la relación entre Madrid y el área constituida por Ciudad Real y Puertollano se refiere, la alta velocidad ferroviaria está contribuyendo a generar un proceso de integración territorial que se extiende a una distancia superior a 200 kilómetros. Por un lado, este hecho es responsable de la creación de un área metropolitana discontinua, con grandes vacíos intermedios; por otro, respecto a la relación entre Ciudad Real y Puertollano, el TAV está favoreciendo un proceso de integración, también discontinuo y funcionalmente especializado. La situación de partida de ambos núcleos así como la puesta en marcha de iniciativas coincidentes o próximas en el tiempo a la puesta en servicio del TAV, explican tanto el modo en que han sido redefinidas tales relaciones como los efectos concretos que la alta velocidad ferroviaria ha generado o puede generar ellos.
Precisamente, el presente artículo incide en los efectos de la alta velocidad en el corredor, tanto en lo que respecta a la movilidad como en lo que atañe a las estructuras territoriales, haciendo especial hincapié en aquellos proyectos de mayor envergadura que únicamente pueden entenderse desde una estrecha vinculación con la existencia del servicio de alta velocidad ferroviaria.
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