John Banville retoma las convenciones que caracterizaron al género de la Big House en la literatura irlandesa para cambiarlas y dotarlas de una forma que las hiciera más convenientes al postmodernismo. A lo largo de Birchwood, Gabriel, el último heredero de los Godkins, aspira a escribir sus memorias una vez ha vuelto a la mansión de su familia cuando ya se encuentra en su vejez. Su vuelta a la casa de sus ancestros le supone un incesante despertar de recuerdos que habían estado escondidos en su memoria. Es a través de sus recuerdos y del redescubrimiento de los diferentes espacios dentro, fuera y más allá de Birchwood, que Gabriel evalúa el concepto de identidad personal y familiar, mientras alude a eventos pertenecientes a la memoria histórica y colectiva de su país. Por consiguiente, Gabriel, a través de un viaje físico y psicológico, toma conciencia de su proceso de envejecimiento, desde su juventud hasta su vejez, al mismo tiempo que reflexiona acerca de los cambios acaecidos en Birchwood, y por extensión, en su familia, a causa del paso del tiempo.
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