En Nietzsche, los problemas de la educación y, en particular, los interrogantes sobre la "enseñanza" de la filosofía, derivan en el fin auténtico de la educación: la formación del gusto. Esta está vinculada con la adquisición de la propia autonomía y el ejercicio de la propia elección, contra la pseudocultura, la profesionalización, la especialización, la erudición y la "educación formal y clásica". En relación con el lenguaje, la formación del buen gusto tiene que ver con la del individuo, mediante la disciplina, como lector, escritor y "espíritu clásico", lo que permite tomar en serio la lengua materna, desbordando, entre otros aspectos, el poliglotismo y la óptica del lenguaje como objeto.
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