El discurso publicitario, ejemplo de comunicación social, utiliza los diferentes imaginarios existentes, justificándose por la propia naturaleza publicitaria: remitir a ella como producto de un imaginario creado.
A través de la publicidad se apela a una sociedad utilizando sus valores culturales que pasan a construir un determinado proceso de socialización con el que los receptores interaccionan, como interlocutores de un discurso y como participantes de las características de la sociedad de consumo.
La riqueza semántica del concepto de "imaginario colectivo" permite justificar la presencia de diferentes guiños y usos comunicativos que el discurso publicitario tiene presente.
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