El concepto de evaluación, más allá de la cultura escolar tradicional, está totalmente relacionado con el concepto de enseñanza; cuando el docente "muestra conocimiento", debe recibir igualmente "muestras de conocimiento" de parte del alumno. De esta manera, el proceso de evaluación no debe ser un acto arbitrario, ni ser imposición de pautas de una determinada corriente pedagógica, representa, por el contrario, un acto convivial en el que el respeto tiene su base en compartir experiencias de aprendizaje. En este contexto, la actividad de evaluación que tiene más fuerza es la coevaluación, como actividad colectiva que garantiza el discurso del ser, como expresión interior de la intelectualidad
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