Ariel ha conseguido convertirse, mediante el desarrollo de vínculos emocionales con el consumidor, en mucho más que una marca. Se ha transformado en una lovemark, lo que significa contar con el respeto y, sobre todo, el amor del consumidor, que se traduce en mayor cuota de negocio, notoriedad y fidelidad.
Un giro hacia una comunicación emocional en una categoría de producto donde domina la racional, ha obrado la revitalización de Ariel en un momento en que le acechaban la innovación y los precios más baratos de la competencia. La prueba: un incremento de 2,6 puntos en su cuota de negocio, así como mayor notoriedad y fidelidad.
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