Es imperativo reconfigurar la noción de masculinidad hacia un enfoque más horizontal y solidario, alejándose de las características tradicionales de actividad y racionalidad. Esta transformación es esencial para permitir diversas expresiones de ser hombre, en contraposición a la concepción hegemónica del "Hombre". Requiere instituciones democráticas robustas y un diálogo equitativo, desafiando el desprestigio actual de la masculinidad en el contexto democrático. Además, las redes sociales amplifican un discurso violento y hegemónico que amenaza con perpetuar patrones anticuados, obstaculizando la aceptación de identidades alternativas y cuestionando la validez del sistema democrático. Es crucial resistir esta tendencia para preservar un marco legislativo que promueva la igualdad radical a pesar de la hemorragia democrática que representa el auge de los algoritmos y la IA.
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