No es posible el crecimiento continuo en un planeta limitado. Se han cruzado ya muchos puntos críticos de inflexión («tipping point»), que acarrean cambios irreversibles y rápidos en el planeta, que son ya muy difíciles de revertir. Las diversas manifestaciones de esta crisis global tienen una raíz común: el capitalismo. La emergencia climática y ecológica es el síntoma, pero la enfermedad es el capitalismo. En definitiva, Capitalismo o vida. Sabemos que únicamente la ruptura con el sistema capitalista, con su consumismo y su productivismo, puede evitar la catástrofe. Todo esto requiere una metodología de intervención educativa centrada en la descolonización de nuestras mentes y de nuestras prácticas. Para la realización de una sociedad del decrecimiento es necesaria la descolonización del imaginario mental y colectivo en el que hemos sido formados. Por eso implica desaprender, una nueva forma de socialización educativa que anteponga el mantenimiento de la vida y el bien común a la obtención de beneficios económicos de unos pocos. Esta es la base esencial de la Pedagogía del decrecimiento: educar para superar el capitalismo y aprender a vivir de forma justa con lo necesario.
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