Lucía Rodríguez Martín, María del Carmen Fonseca Mora
El creciente auge de estudios sobre la docencia universitaria (Michavila y Calvo 2000; Marsh,Marsland y Stenberg 2001; Zabalza 2002; Fonseca, Rodríguez y Tirado 2004; Frau y Sauleda 2006;Villa y Poblete 2007, Fonseca y Aguaded 2007) proviene en parte de una concienciación social, deconsiderar la docencia universitaria como un nuevo reto que afrontar. En esta línea se pronunciatambién Imbernón (2000) que afirma que la universidad debe cambiar radicalmente desde cualquieróptica, debe convertirse en un ente verdaderamente diferente, y en consonancia con los cambiosvertiginosos que han sacudido este último cuarto de siglo. La Universidad debe abandonar laconcepción decimonónica de la que procede y que ha quedado totalmente obsoleta, y debe asumiruna nueva cultura tanto en la forma como en el contenido.Sin embargo, es difícil esta renovación metodológica necesaria, si no existe una formación inicial yuna actualización permanente que ayude al docente universitario a conocer las técnicas deenseñanza efectiva que la sociedad actualmente demanda. La tendencia del modelo actual deuniversidad sitúa el aprendizaje al mismo nivel que la enseñanza y busca fórmulas para involucrar alestudiante como el protagonista (Fonseca y Aguaded 2007). Este aprendizaje autónomo define aldocente como guía para el uso adecuado de las fuentes de conocimiento; el alumno aprendehaciendo, el aprendizaje es fundamentalmente cooperativo; la evaluación es continua destacando asíel papel de las tutorías que posibilitan una orientación y tutorización individualizada; el docenteconecta la formación del alumnado con sus intereses profesionales y el alumnado adquiere destrezasy recursos para tener acceso a oportunidades de aprendizaje permanente. La buena docenciauniversitaria impulsa que el alumnado participe activamente en la construcción de su competenciadeclarativa, desarrolle su competencia metacognitva, adquiera la capacidad de aplicación de losconocimientos para ofrecer soluciones creativas e innovadoras y alcance los valores éticos y moralesde superación y respeto propios del espíritu universitario.Sotelo (2006) e Imbernón, Alonso y Arandia (1999) añaden a lo dicho con anterioridad que la finalidadde la Universidad es la docencia entroncada con la investigación complementándose ambas. Lainvestigación, como fuente de todo conocimiento innovador, se hace imprescindible para generarcambios relevantes dentro del ámbito docente, ya que el dominio de las materias que se imparte esde importancia crucial.El objetivo central de esta aportación es el de presentar el modelo de Formación en DocenciaUniversitaria de la Universidad de Huelva implantado en la actualidad y cuyo recorrido se inicia en elaño 1997. Este es un período de tiempo en el que el Programa de Formación en DocenciaUniversitaria se ha ido transfigurando y conformando con sucesivos cambios para concebir un modelode formación que toma la estructura de Máster en Docencia Universitaria. El esfuerzo está dirigido ala construcción de “herramientas formativas e innovadoras” que motiven al profesorado y quepotencien la consecución de una docencia de calidad
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