Como parte integrante de un espacio intercontinental que conectaba Sevilla, México y Manila, el archipiélago filipino adoptó formas culturales provenientes de tres continentes durante la época premoderna. Las comedias de capa y espada, las representaciones barrocas de conquista y el teatro de moros y cristianos fueron escenificaciones públicas teatrales o parateatrales con notable enraizamiento entre las clases populares de España, América y Filipinas. No obstante, la moderna historiografía tiende a centrarse en aspectos misionales o políticos para explicar el enorme éxito de estas representaciones. En las últimas décadas una aproximación netamente antropológica muestra aspectos intrínsecos a las propias comunidades como agentes de transformación, no tanto de los elementos culturales externos, sino de sus propias tradiciones vestidas con atuendos foráneos. En el presente trabajo estudiamos los ritos filipinos prehispánicos del pandot y la danza de kumintang como aspectos que no sólo sobreviven en el moro-moro filipino, sino que dan forma a su núcleo estructural. Hablamos por lo tanto de un cambio en el paradigma dominante, desde la imposición imperial a la continuidad agencial a través de la acción performativa.
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