La República Popular China y la reconfiguración del orden asiático: (1997-2005)

• Autores: Fernando Delage Carretero
• Directores de la Tesis: Rafael Calduch Cervera (dir. tes.)
• Lectura: En la Universidad Complutense de Madrid ( España ) en 2013
• Idioma: español
• Tribunal Calificador de la Tesis: Felipe Maraña Marcos (presid.), Concepción Anguita Olmedo (secret.), Félix Arteaga Martín (voc.), Mario Esteban (voc.), Vicente Garrido Rebolledo (voc.)
• Materias:
  • Ciencia política
    • Relaciones internacionales
• Enlaces
  • Tesis en acceso abierto en: Docta Complutense (pdf)
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• Resumen

  • Esta Tesis analiza la interacción estratégica entre la República Popular China y los Estados de su entorno entre 1997 y 2005. Su hipótesis principal es que, para gestionar su ascenso en un sistema internacional caracterizado por la preeminencia de Estados Unidos y evitar los conflictos propios de las transiciones de poder, China ha formulado una estrategia regional a través de la cual intenta reconfigurar el orden asiático a su favor mediante el desarrollo de una relación de interdependencia entre los intereses de sus Estados vecinos y sus propias preferencias. La primera parte recoge el enfoque teórico y metodológico seguidos, y plantea una serie de hipótesis. La segunda parte establece el marco conceptual de la estrategia asiática de China, analizando sus antecedentes y el doble contexto en el que se articula: la globalización y el cambio en la distribución regional de poder. La tercera parte estudia la ejecución de dicha estrategia, examinando la participación china en el regionalismo económico; su política con respecto a las distintas subregiones asiáticas y sus respectivos instrumentos multilaterales de seguridad; su aproximación bilateral a las grandes potencias asiáticas (Japón, India y Rusia); y su interacción con Estados Unidos. La cuarta parte verifica las hipótesis de la investigación y resume las consecuencias de las acciones chinas durante el período objeto de estudio. Sus conclusiones principales son las siguientes. En primer lugar, las limitaciones de China como potencia, sus conclusiones sobre la posición internacional de Estados Unidos y el reconocimiento de que su ascenso crea un dilema de seguridad para sus vecinos, condujeron a Pekín a integrarse activamente en la región a partir de mediados de los años noventa. En segundo lugar, China ha formulado una estrategia orientada tanto a la economía como a la seguridad regional. Los países asiáticos se han vuelto más dependientes de China para su crecimiento, facilitando así una mayor influencia de Pekín. Su estrategia ha reforzado de manera proactiva esas tendencias, dando paso a una dinámica regionalista con China en su centro. Los condicionantes estructurales que afronta han conducido por otra parte a China a evitar una estrategia basada en el desarrollo del poder militar y la construcción de alianzas, optando en cambio por una estrategia de ¿soft balancing¿ mediante la que recurre a las instituciones internacionales y a los instrumentos económicos y diplomáticos en defensa de sus objetivos. En tercer lugar, al considerar que el regionalismo y el multilateralismo en Asia son compatibles con sus intereses, China responde de esta manera a las demandas de los Estados vecinos. Sumando de manera conjunta sus esfuerzos, éstos no sólo adquieren un mayor margen negociador con respecto a Pekín, sino que consideran reforzada su seguridad al insertar a China en una red de estructuras que hacen de ella un actor más predecible. Por su parte, a través de su participación en los procesos regionales, Pekín mitiga el temor a una ¿amenaza china¿, refuerza su papel como motor del crecimiento económico regional, crea un entorno estable para su modernización, y maximiza su propio margen de influencia. En cuarto lugar, China ha perseguido esos objetivos a través de una estrategia radial hacia las distintas subregiones, y de una política de cooperación hacia las grandes potencias. Estimulando la convergencia de sus intereses con los Estados de su periferia en el sureste asiático, en la península coreana y en Asia central, China ha reconfigurado sus respectivos equilibrios estratégicos, ganando un importante margen de maniobra. Por su parte, con respecto a Japón, India y Rusia, Pekín ha reforzado los mecanismos bilaterales de interdependencia para evitar la formación de una coalición hostil.