Desde los años noventa, ha habido un intenso debate médico, legal, político y mediático alrededor del uso de heroína como tratamiento de mantenimiento según el paradigma de reducción de daños, llegando a ensayarse en varios países de Europa y Norteamérica e institucionalizarse en algunos de ellos. En mi investigación, en primer lugar analizo los discursos científicos orientados a legitimar la prescripción de heroína para usuarios de drogas refractarios a los tratamientos de metadona. Después de una visión crítica sobre los modelos epistemológicos hegemónicos en este ámbito, justifico mi marco teórico para analizar los programas de heroína como una tecnología de poder. Así, mediante un sistema de tropos articulado en torno al espacio, el cuerpo y el ritual, en correspondencia con los conceptos de heterotopia (Foucault), ‘esperpento’ yonqui (Valle-Inclán) y ‘carnavalización’ (Bajtin), respectivamente, describo una cartografía y una anatomía del control de uso de drogas y la anormalidad de yonqui, que servirán de coordenadas para localizar políticamente los tratamientos de heroína. A raíz de mi propuesta interpretativa, presento un enfoque etnográfico en el centro de Prescripción Experimental de Estupefacientes de Andalucía (PEPSA) para estudiar la microfísica del poder dentro de esta estrategia de gubernamentalidad. A través de la estructura ritual que conforma este dispositivo clínico, analizo los procesos de subjetivación, incorporación y las resistencias experimentadas por los usuarios, de acuerdo a la perspectiva dialógica del encuentro terapéutico. Como conclusión, a pesar de los conflictos asociados a la liminaridad de esta tecnología, el ritual asistencial sirve de mecanismo performativo para transformar las identidades sociales de la mayoría de los usuarios, cumpliendo una función “re-generadora”.
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