Los resultados del análisis de fluctuación descrito por Luria y delbrück sugieren que las cianobacterias y las microalgas clorofíceas son capaces de adaptarse a concentraciones letales de sustancias tóxicas de origen antropogénico a través de mutaciones preadaptativas y preselectivas que suceden al azar antes de que las células entren en contacto con la sustancia tóxica. Los contaminantes testados fueron los herbicidas glifosate, simazina y diquat, el antibiotico cloranfenicol, los contaminantes industriales formaldehído y DEAB, y el metal pesado Cr(VI). Las células de fitoplancton resistentes, incubadas en la sustancia a la que son resistentes, evolucionan gracias a procesos de mutación-selección aumentando la tasa de división y el rendimiento cuántico de la fotosíntesis. Además los resultados de los trabajos experimentales indican que las mutaciones espontáneas preadaptativas son capaces de asegurar la adaptación instantánea de determinadas clorofíceas mesófilas a ambientes naturales extremos, como aguas con sustancias tóxicas de origen volcánico procedente la Isla de Vulcano (Italia), y aguas ácidas con una elevada concentración de metales pesados del Arroyo de Aguas Agrias en Tharsis (Huelva) y Mynyyd Parys (País de Gales). Por último, proponemos el uso simultáneo de cepas de clorofíceas sensibles y resistentes a un determinado agente tóxico para la construcción de biosensores sensibles y específicos.
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