En el contexto del arte contemporáneo, una investigación centrada en la autoría de Marcel Broodthaers nunca es inocente. El examen de su trayectoria artística con un enfoque teórico y crítico permite valorar su trabajo como una obra heterogénea y coherente más que como una serie de experimentos que abastan la poesía, la fotografía, el cine o la escultura en el sentido estricto de los géneros. Globalmente, sus propuestas giran en torno a la cuestión del papel del arte en la sociedad y del papel del artista. Broodthaers comienza a realizar sus primeros assemblages a finales de 1963 preguntándose si no podría vender algo. Después, en 1968, construye en Bruselas la ficción del Musée d'Art Moderne, Département des Aigles en medio del ambiente de revuelta social con la intención de escenificar el enfrentamiento entre la violencia institucional y la violencia poética. La huella de esta experiencia justifica posteriormente la concepción de exposiciones retrospectivas o antológicas como otras formas de ficción y la idea de Décor deviene la síntesis de sus interrogantes sobre la función social de la obra de arte. Lógicamente, la repercusión del trabajo de Broodthaers y su relación con las instituciones artísticas - galerías, museos, ferias de arte, macroexposiciones, bienales, etc. - es de lo más interesante. La autoría de Broodthaers constituye un modelo de utopía, pero no se trata de una utopía romántica pura sino de una utopía bastarda y mestiza que actualiza los legados artísticos de Mallarmé, de Baudelaire, de Duchamp, de Schwitters y de Manzoni. Este modelo de autoría consigue ser una forma de ejercer la libertad artística y de preservar la memoria: una estrategia de resistencia y de supervivencia espiritual, lo cual resulta hoy día muy estimulante.
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