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Efecto del consumo de cocaína sobre el cerebro de rata: tratamiento con topiramato

  • Autores: Rosa María López Pedraja
  • Directores de la Tesis: María Muriach Saurí (dir. tes.), Francisco Javier Romero Gómez (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad CEU - Cardenal Herrera ( España ) en 2013
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Juan Vicente Sánchez Andrés (presid.), María Inmaculada Almansa Frías (secret.), Jorge Miguel Barcia González (voc.), Joao Laranjinha Laranjinha (voc.), María Sancho-Tello Valls (voc.)
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  • Resumen
    • La adicción a drogas es una enfermedad crónica, en la que a menudo se producen recaídas (Leshner, 1997). Se caracteriza por la búsqueda y el uso compulsivo de drogas a pesar de las consecuencias nocivas que éstas provocan en la vida del adicto y de los que le rodean. La drogadicción se considera una enfermedad porque el abuso de drogas produce cambios en la estructura y en el funcionamiento del cerebro. Si bien es cierto que en la mayoría de las personas la decisión inicial de tomar drogas es voluntaria, con el tiempo los cambios en el funcionamiento cognitivo causados por el continuo consumo de drogas pueden afectar el auto-control y la habilidad del sujeto para tomar decisiones adecuadas. Debido a estos cambios, dejar de consumir se convierte en una meta compleja (NIDA, 2008), ya que las drogas interactúan fuertemente con los circuitos cerebrales que nos permiten aprender y adaptarnos a estímulos ambientales. En concreto a aquellos que nos aportan recompensa, como puede ser la comida, el sexo o refuerzos sociales, o ante situaciones de peligro (Everrit and Robbins, 2005; Kelley, 2004), que además son esenciales para la supervivencia. Las drogas son sustancias químicas que afectan el sistema de comunicación e interrumpen el envío, la recepción y el procesamiento normal de información entre las células nerviosas. Por ello pueden imitar los mensajes químicos naturales del cerebro o sobreestimularlo. Algunas drogas, como la marihuana y la heroína, tienen una estructura similar a neurotransmisores que el cerebro produce de manera natural. Debido a esta semejanza, este tipo de drogas actúa sobre los receptores del cerebro logrando activar a las células nerviosas para que envíen mensajes anormales. Por lo general, las drogas, directa o indirectamente afectan el sistema de recompensa del cerebro, cuya área central es el Núcleo Accumbens (NAc), y cuyo principal neurtransmisor es la Dopamina (DA) (Bardo, 1998; Koob and Nestler, 1997). La DA es un neurotransmisor que actúa en regiones del cerebro que regulan el movimiento, las emociones, la cognición, la motivación y los sentimientos de placer. La sobreestimulación del sistema de recompensa normalmente refuerza nuestros comportamientos naturales vinculados a la supervivencia (comer, pasar tiempo con los seres queridos, etc.), produce efectos de euforia como respuesta a las drogas. Esta reacción inicia un patrón que induce a las personas a repetir comportamientos de abuso de drogas. Cuando una persona continúa abusando de las drogas, el cerebro se adapta a la excesiva DA produciendo menos, y disminuyendo el número de receptores para este neurotransmisor en el circuito de recompensa. Además, también se sabe que los adictos muestran una hiporespuesta a estímulos biológicos, porque se reduce la actividad de la corteza prefrontal. Como resultado, el impacto de la DA sobre el circuito de recompensa se puede volver muy limitado, reduciendo así la habilidad del usuario de gozar de las drogas, así como de otras situaciones y actividades que previamente le provocaban placer. Esta disminución obliga al drogadicto a continuar consumiendo drogas en un intento de lograr que la función de la DA regrese a su estado normal. Sin embargo, llegados a este punto necesita consumir una cantidad mayor de droga a fin de elevar la función de DA a su nivel normal anterior. Este efecto se conoce como tolerancia (Hyman and Malenka, 2001; NIDA, 2008). El abuso a largo plazo también causa cambios en otros sistemas y circuitos del cerebro. El glutamato es un neurotransmisor que influye también sobre el circuito de recompensa y en la habilidad para aprender (McFarland et al., 2004). Cuando el abuso de drogas altera la concentración óptima del glutamato, el cerebro intenta compensar este desequilibrio, lo que puede deteriorar la función cognitiva. Las drogas de abuso facilitan el aprendizaje no consciente (condicionado), lo que hace que el usuario sienta deseos incontrolables de consumir droga cuando se sitúa en un contexto que asocia al consumo, aún cuando la droga no está presente. Los estudios de neuroimagen de adictos que consumen droga de forma abusiva, muestran cambios en áreas cerebrales esenciales para el juicio, la toma de decisiones, el aprendizaje, la memoria y el control del comportamiento (Kaufman et al., 1998; Volkow et al., 1999; Volkow et al., 1997). En conjunto, todos estos cambios pueden hacer que el drogadicto busque y consuma drogas compulsivamente a pesar de las consecuencias adversas (NIDA, 2008). Cuando la adicción se instaura, las drogas llegan a tener más importancia que otros aspectos de la vida, y todas y todas las actividades del adicto están dirigidas hacia el consumo y la obtención de la droga (Hyman et al., 2006). Como se ha indicado anteriormente, las drogas consumidas de forma crónica producen cambios en el sistema nervioso central (SNC) o neuroplasticidad duradera que se manifiesta en un punto clave de la adicción: las recompensas naturales no son tan placenteras como las causadas por el abuso de drogas (Thomas et al., 2008), este hecho se produce porque las drogas afectan al sistema de recompensa, cuyo núcleo central se localiza en el sistema límbico (Koob and Nestler, 1997). Las rutas más importantes implicadas en la adicción son: - Ruta dopaminérgica mesolímbica: Formada sobre todo por neuronas dopaminérgicas, cuyos cuerpos celulares están localizados en el Área Tegmental Ventral (ATV) y proyectan sus axones al NAc, también lleva proyecciones a regiones de la Corteza Prefrontal y a la amígdala entre otras (Gardner and Ashby, 2000; Rockville, 1996). Esta ruta está implicada en las emociones, en la memoria, en el aprendizaje, así como en la planificación y la ejecución de conductas (DiChiara et al., 1999). - Ruta mesocortical: La función de esta ruta es controlar las decisiones, principalmente usando valores de recompensa asociados con estímulos para elegir la acción apropiada (Pierce and Kumaresan, 2006).


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