La adolescencia es el período en el que más probablemente aparece el hábito social de consumo de alcohol (Giró, 2007; Laespada y Elzo, 2007a). Es un período de transición entre la infancia y la adultez, en el cual el adolescente se siente miembro y partícipe de una ¿cultura de edad¿ caracterizada por sus propios comportamientos, valores, normas, argot, espacios y modas. Las normas de los grupos en los que el adolescente se integra, los compromisos que en ellos asume y los valores que por la interacción grupal interioriza van a contribuir a la construcción de su identidad personal (Woolfolk, 2008). En este contexto evolutivo, el consumo grupal de alcohol llega a ser parte de la cultura juvenil e implica, para los jóvenes, una concepción específica del espacio y del tiempo, un espacio simbólico, común y compartido, construido por ellos a través de la interacción, que refleja las normas y valores colectivos, en un marco histórico-cultural determinado. Las bebidas alcohólicas se encuentran asociadas a altas tasas de morbilidad en las sociedades industrializadas (World Health Organization, 2010). En el caso de la adolescencia, el consumo abusivo de alcohol supone un problema de salud pública con características específicas que requieren medidas preventivas, debido a las formas que adopta este consumo en muchos grupos de jóvenes. Efectivamente, como afirman Villarreal, Sánchez-Sosa, Musitu, y Varela (2010), el patrón juvenil de consumo alcohólico es de tipo episódico pero ¿explosivo¿, puesto que suele ocurrir en un momento concreto, normalmente, las noches de fin de semana, en muchos casos, con la ingesta de grandes cantidades. En México se observa un patrón de consumo similar al nórdico y, recientemente, también al mediterráneo (Choquet, 2010; Elzo, 2010), caracterizado por una alta ingesta en un período corto de tiempo -al menos cinco copas por encuentro cada fin de semana y, en los casos graves, a diario-. La edad de inicio se sitúa entre los 13 y 14 años de edad, similar a la edad de inicio en Europa (Elzo, 2010; Hernández, 2009; ENA, 2008). La prevalencia en el consumo de alcohol en adolescentes, según la Encuesta Nacional de Adicciones (ENA, 2008), menciona que en México, por ejemplo, se sitúa en un 26.6% de consumo, y en el estado de Nuevo León, y muy similar en el estado de Sinaloa se sitúa en un 29.7%, lo cual está por encima con un 3.1% de consumo de alcohol, y lo más importante, y también alarmante, es el hecho de que el 64% de los adolescentes cree que beber es normal. En este punto, es de interés subrayar que el consumo de alcohol en México, al igual que en los países europeos, es ilegal para los menores de edad que aún no han cumplido los 18 años y, en consecuencia, está prohibida la venta y consumo por debajo de esta edad. Indudablemente, está siendo cada vez más frecuente entre los jóvenes de diferentes países una modalidad de consumo concentrado, caracterizada por la ingesta de cantidades elevadas de alcohol, realizada durante pocas horas, principalmente en momentos de ocio de fin de semana, manteniendo un cierto nivel de embriaguez y con algún grado de pérdida de control (Anderson y Baumberg, 2006; Bloomfield, Stockwell, Gmel y Rehn, 2003; Centers for Disease Control and Prevention, 2010; Cortés, Espejo, Martín y Gómez-Íñiguez, 2010; Choquet, 2010; Farke y Anderson, 2007; Gmel, Rehm y Kuntsche, 2003; Kuntsche, Rehm y Gmel, 2004; Walters y Baer, 2006). A este respecto, en el informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2008) se menciona, que el consumo de alcohol constituye una amenaza para la salud pública, a pesar de disponer, cada vez más, de información respecto de las consecuencias negativas en la salud y los factores asociados con el abuso de alcohol, tales como: accidentes de tráfico, altercados con la policía, peleas, urgencias médicas, suicidio y bajo rendimiento escolar (Anderson y Baumberg, 2006; Brown y D¿Amico, 2000; Farke y Anderson, 2007; Navarrete, 2004; Observatorio español sobre drogas, 2008; O¿Malley, Johnston y Bachman, 1998; Rodríguez-Martos, 2007; Room, Babor y Rehm, 2005; Weschler, Dowdall, Moeykens y Castillo, 1994; World Health Organization, 2007; Elzo, 2010; Fernández y Marco, 2010; Ministerio de Sanidad, 2010). Además, se ha mostrado claramente, tanto en población general como en población escolar, que este inicio temprano es un factor de riesgo importante para adentrarse en el consumo de otras drogas (Natera, Juárez, Medina-Mora y Tiburcio, 2007). El hecho de que los adolescentes consuman alcohol a edades tempranas conlleva un importante peligro tanto para la salud individual como para la salud pública, con el agravante de que bajo ciertas condiciones, aumenta la probabilidad de que se mantenga o agudice este problema durante la vida adulta (Villarreal, 2006; Laespada, 2010). Como se abunda a lo largo de la tesis, el consumo abusivo de alcohol en la adolescencia es el reflejo de una manera de adaptarse a la sociedad. La dimensión psicosocial del beber abusivo alude a un nivel de análisis en el cual el comportamiento de los individuos adquiere sentido, necesariamente, desde los significados socioculturales. La explicación no puede reducirse a la manifestación de una patología o, en el mejor de los casos, una conducta individual sin referentes colectivos (Hansen y O¿Malley, 1996). La consideración de factores supraindividuales permitirá una visión más exhaustiva de la conducta de consumo y una comprensión de ella más clara y realista. Esta visión de las cosas requiere de un marco conceptual que focalice sobre los distintos entornos en los que participa el individuo en desarrollo, en este caso, el adolescente consumidor de alcohol. Por ello, la perspectiva ecológica se presenta como una propuesta teórica altamente útil para analizar y comprender el consumo de sustancias entre los jóvenes, pues permite contemplar la conducta desde la interacción de las fuerzas relacionales y macrosociales que le dan sentido (Szapocznik y Coatsworth, 1999). La orientación ecológica pone el énfasis en la interrelación que se establece entre la persona y los sistemas ambientales en los que se desarrolla. Entre persona y ambiente existe una relación constante, un proceso de ajuste, de adaptación mutua y de acomodación, que explican el comportamiento individual (Janoff y Weisbord, 2006). Es en esta perspectiva ecológica en la que se fundamenta esta tesis doctoral. Normalmente, el consumo de alcohol en adolescentes se ha explicado a partir de tres ámbitos: la persona, el contexto familiar y el contexto sociocultural, y han sido muy pocos los estudios que han considerado los tres ámbitos de manera conjunta tal y como se ha hecho en este trabajo, gracias, en parte, a las modernas técnicas estadísticas como son las ecuaciones estructurales. En la tesis se describen todos estos apartados en función de esos ámbitos para comprender mejor el consumo abusivo de alcohol y, en consecuencia, los modelos que proponemos. Teniendo en cuenta estos antecedentes, en el presente estudio ex post facto, nos proponemos los siguientes objetivos: 1) Objetivo general: analizar el consumo de alcohol en adolescentes escolarizados a partir de variables individuales, familiares, escolares y comunitarias, siguiendo las orientaciones de la perspectiva ecológica. Objetivos específicos: 1) Analizar las relaciones existentes entre el consumo de alcohol con las variables individuales: autoestima, reputación, satisfacción con la vida, empatía, sintomatología depresiva y distrés psicológico. 2) Analizar las relaciones existentes entre el consumo de alcohol con las variables familiares: clima familiar, funcionamiento y comunicación familiar. 3) Analizar las relaciones existentes entre el consumo de alcohol con las variables escolares: clima social en el aula, actitud hacia la autoridad y relaciones entre iguales. 4) Analizar las relaciones existentes entre el consumo de alcohol con las variables comunitarias: integración y participación comunitaria, identidad en el barrio y recursos. 5) Proponer modelos explicativos respecto del consumo de alcohol a partir de las variables antes consideradas. Muestra Participantes Este trabajo se realizó con una totalidad de 4925 adolescentes escolarizados de ambos sexos, con edades comprendidas entre los 12 y los 20 años de edad, distribuidos en 26 centros educativos ubicados en dos países: España (en la localidad Sevillana de Alcalá de Guadaira y Galicia) y México (Culiacán ¿ Sinaloa, y Monterrey ¿ Nueva León). ¿ Alcalá de Guadaira (Sevilla): La muestra de la localidad de Alcalá de Guadaira (Sevilla) está compuesta por 536 adolescentes, 272 chicos (50,7%) y 253 chicas (47,2%) distribuidos en 6 centros educativos. ¿ Comunidad Autónoma de Galicia: La muestra recogida en varias localidades de esta Comunidad, está compuesta por 1610 adolescentes, 800 chicos (49,7%) y 806 (50,1%), distribuidos en 10 centros educativos. ¿ Culiacán en el Estado de Sinaloa (México): La muestra recogida en el municipio de Culiacán, Sinaloa (México) está compuesta por 1494 adolescentes, 676 chicos (45,2%) 814 chicas (54,5%), distribuidos en 6 centros educativos. ¿ Monterrey en el Estado de Nueva León (México): La muestra recogida en este municipio, está compuesta por 1285 adolescentes, 645 chicos (50,2%) 632 chica (49,2$) distribuidos en 4 centros educativos. Instrumentos Los instrumentos utilizados en esta tesis doctoral, están relacionados con variables que evalúan cada uno de los contextos antes mencionados: familia, escuela y comunidad además de las variables individuales. Análisis Estadísticos Los análisis estadísticos realizados para cada una de las muestras antes mencionadas, se fundamentan en: análisis correlaciónales, análisis de varianza, ecuaciones estructurales y análisis multigrupo. Conclusiones Se ha comprobado que en el ámbito familiar, un funcionamiento familiar, caracterizado por la vinculación emocional entre los miembros de la familia y la habilidad para adaptarse a diferentes situaciones y demandas de la dinámica familiar se relacionan positivamente con el bajo consumo de alcohol. El consumo de alcohol en adolescentes se explica a partir de las relaciones familiares y con los iguales y, paralelamente, que este consumo está asociado en las cultura estudiadas, al ocio compartido con familia y amigos -festividades cívicas y religiosas, celebraciones familiares y reuniones de amigos-. El patrón de consumo es episódico y, en ocasiones, explosivo, y, en la medida en que se observa con poca frecuencia pero con grandes cantidades consumidas, este patrón se expresa en las cuatro muestras estudiadas. La forma abusiva de consumir alcohol se da más entre los hombres que entre las mujeres y, sobre todo, entre varones jóvenes de 15 y 20 años. No obstante, también han aumentado las borracheras y los atracones de alcohol entre las mujeres en torno a dos puntos. En México, al igual que en España, el consumo de alcohol se concentra durante los fines de semana. En la cultura mexicana y en otros muchos países, fundamentalmente latinoamericanos y mediterráneos, su consumo tiene lugar en contextos de normalidad social lo cual hace que la alarma y responsabilidad social sea menor que en otros tipos de drogas, e incluso inexistente, lo que podría explicar también la poca efectividad de los programas de prevención. Esta tolerancia hacia el consumo de alcohol en la mayor parte de las culturas contribuye a una menor percepción del riesgo que implica su consumo (Pascual, 2002). Como ya se ha comentado anteriormente, se ha observado en esta investigación una relación directa del consumo familiar y de los amigos con el consumo de los adolescentes, es decir, tener familiares y amigos que beben es un factor de riesgo importante para el consumo. Los hábitos de consumo de los familiares y personas cercanas como los amigos influyen como modelos en el consumo de alcohol en los adolescentes, tanto en su inicio como en su frecuencia e intensidad. Es interesante resaltar que el consumo de alcohol está relacionado con el funcionamiento familiar, el apoyo de familiares y amigos, y con el ajuste escolar. La cuestión es que se ha observado que una gran parte de las familias de adolescentes que consumen alcohol, normalmente de forma esporádica, funcionan adecuadamente. También se ha constatado que existen diferencias de género en el modelo estructural general. El análisis del efecto moderador del sexo desveló la existencia de diferencias significativas en el consumo abusivo y no abusivo en hombres y mujeres, y, se constataron diferencias en dos paths. Estos y otros resultados se analizan y discuten a la luz de los trabajos científicos más relevantes, y se sugieren líneas de intervención para la potenciación de los programas de prevención en el consumo de alcohol en los adolescentes.
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