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Resumen de Hábitos del sueño infantil en el seguimiento de 0-3 años en Rocafort (Valencia): pautas educativas

Emilia Cádiz Inclán

  • El problema de estudio es mostrar los hábitos de sueño infantil y señalar unas pautas educativas para niños entre 0-3 años en Rocafort (Valencia) desde la perspectiva cultural y educativa actual que proporciona la pedagogía a día de hoy. En el marco teórico del trabajo me posiciono epistemológicamente desde esta perspectiva cultural y educativa porque “solo podía hacer el recorrido intelectual para construir conocimiento como pedagoga que soy”. Me apropio para las bases teóricas tanto del concepto de sujeto, que abraza su cuerpo y el ajeno con una búsqueda de identidad propia y un compromiso con los demás (Touraine), como el de reflexividad, la reflexión continuada que hace el sujeto de cada uno de sus actos (Giddens). Defiendo mi opción desde mi órbita de estudio y trabajo para encontrar el equilibrio entre lo individual –el respeto máximo que merece la persona en su propia singularidad– y lo social, como es ofrecer unas adecuadas pautas educativas, tanto generales como concretas, dentro de la norma. Desde este ángulo educador enmarco pues la importancia de los hábitos del sueño infantil, como una manera más de “hacer educación” cuando enseñamos a los niños a dormir de una manera u otra. Estamos en el fondo construyendo un modelo educativo determinado, tanto individual como colectivo. La pedagogía siempre buscó la racionalidad en sus propuestas. Se hizo y se hace servir de los estudios de otros ámbitos como la medicina, psicología, sociología o filosofía, para poder elaborar con sesgo propio lo que en cada momento se considera aceptado por la comunidad académica en general. Construyo, por tanto, a partir de otros campos una pared conceptual donde apoyarme para tratar la formación de los hábitos del sueño infantil. Tejo tres líneas para explorar las categorías de análisis como son los conceptos de corporalidad, el sueño infantil, y el sujeto niño entre 0 y 3 años. Así desarrollo en primer lugar los conceptos de corporalidad y hábitos corporales. Me refiero a corporalidad como el discurso histórico y cultural que se construye en un momento dado sobre el cuerpo y que cada individuo interioriza de una manera personal y singular. No existe un comportamiento natural alguno sobre el cuerpo, toda acción corporal se aprende culturalmente: cómo y dónde dormir, cómo comer, las formas de caminar o los cuidados que ofrecemos al cuerpo (Mauss). La interacción continua entre el organismo humano con su ambiente físico y social es indiscutible (Damasio). Los hábitos corporales, es decir las rutinas aprendidas durante los primeros años para alimentarse, para dormir, para la limpieza poseen un gran impacto socializador sobre el comportamiento general de los niños. Les facilitará estar el mundo con cierta “seguridad ontológica” pues son enseñados por los cuidadores adultos y son fundamentales para establecer las condiciones de confianza en la vida del niño (Giddens). La segunda línea trazada del marco teórico es el estado de la cuestión sobre el sueño infantil. Los propios estudios realizados sobre el sueño infantil nos señalan que aunque éste sea un hecho fisiológico de primera necesidad admiten que la dinámica y la preparación para ir a dormir, se elabora de una forma determinada siguiendo unos usos y costumbres. El acto de dormir en sí y los hábitos educativos que generan las familias están muy vinculados. Por lo tanto las funciones del sueño, tanto la fisiológica (Estivill), la psicológica (Winnicott), (Erikson) y el tipo de educación o cuidados que se ofrecen a los niños están imbricadas unas con las otras (Dolto), (Brazelton). La tercera línea teórica es la construcción cultural y educativa del sujeto niño entre 0 y 3 años donde identifico al sujeto de estudio, el para quién del trabajo. Intento “pedagogizar”, valga la expresión, el tema del sueño infantil, y con él, también el de la crianza y la maternidad, por estar muy relacionados. Sitúo al sujeto niño, desde una construcción educativa, lo más cómodo entre la norma social imperante y la escucha de su subjetividad a través de unos estilos corporales individuales. Y referirnos a subjetividad en un niño es entroncar directamente con las grandes corrientes pedagógicas del siglo XX y sus mayores representantes, como María Montessori, Paulo Freire o John Dewey. Estos pedagogos, ya clásicos, todos ellos entendían al niño en un marco de autonomía, que huye del adiestramiento y de la pasividad. Hablar de autonomía, individual y colectiva, significa también gestionar su corporeidad de forma activa y en relación con los otros cuerpos sin dependencias subyugadoras. Una vez expuesto el marco teórico paso a continuación a describir la metodología utilizada en la investigación llevada a cabo. La investigación propuesta tiene carácter empírico, descriptivo y exploratorio. El ámbito de actuación es Rocafort, municipio cercano a la ciudad de Valencia. La muestra corresponde a un total de 164 niños de edades comprendidas entre cero y tres años, para una población total de 256 niños con ese rango. Se hacen tres grupos por edades, de 1 año, de 2 años y grupo de 3 años. Nos servimos de un diseño mixto, que se lleva a cabo en dos fases investigadoras, cuantitativa y cualitativa. La hipótesis de la que parte la investigación cuantitativa es: “a mayor implantación de hábitos y rutinas de autonomía corporal en niños de 0-3 años, mejor calidad de sueño infantil y familiar”. Se elige el cuestionario BISQ de Sadeh y otros (2009) adaptado al español, ya estandarizado, como instrumento de recogida de información sobre el sueño de menores de tres años que responden los padres. Respecto a la fase cualitativa la técnica elegida es el grupo de discusión con cinco madres participantes. A través de dichas participantes trato de explorar el pensamiento de las madres para obtener actitudes, motivaciones o percepciones. Durante esta fase investigadora cualitativa siempre hago elecciones continuas, principalmente de interpretación y no por ello dejo de hacer un análisis de la realidad, pues se asume por completo el sesgo dado por quien realiza la investigación. Respecto a los resultados cuantitativos propios, éstos suponen aceptar la hipótesis anteriormente enunciada porque dan cuenta de la relación entre las variables señaladas para ofrecer respuesta al problema de investigación. Es decir aparecen, existen relaciones de dependencia entre el dónde y cómo duermen los niños de 0-3 años con respecto a la facilidad o la satisfacción con el sueño infantil que dicen tener los padres en Rocafort. De forma muy escueta, en la investigación cuantitativa, resumo que los padres consideran fácil o muy fácil el sueño de sus hijos cuando no existen dificultades físicas, cuando el lugar donde duermen desde que tenían 24 meses hasta los tres años de edad es la cama propia, cuando el tiempo para dormirse no supera los quince minutos o cuando el número de despertares sea de uno o ninguno. También se aprecia una clara satisfacción con el sueño de sus hijos cuando la hora de empezar las rutinas para acostarse es más temprana. Asimismo parece ser que mantener todas las noches las mismas rutinas previas antes de dormir está en relación con no tener ninguna dificultad con el sueño, según manifestaron casi dos tercios de los padres. Destaco en la valoración de estos resultados cuantitativos que es importante retomar en educación lo ya dicho por la literatura médica, pues corresponde a lo aceptado por la comunidad académica. Según la misma, un aprendizaje de correctos hábitos de sueño y el uso de las rutinas para ir a dormir mejorará la calidad del sueño infantil y familiar. Las rutinas no sólo son conductuales, también lo son emocionales porque la actitud de los padres frente al dormir también es fundamental. Respecto a los resultados cualitativos señalo con respecto al sueño infantil la frase de una madre que justifica este estudio: el sueño es el 100%, trastorna todo, la familia, la pareja. Aparece además como es valorado en nuestro contexto cultural que cada niño se duerma solo, así como reconocen las madres también la importancia que tiene la actitud de los padres respecto al sueño de sus hijos y la dificultad de mantener la calma necesaria por el cansancio una vez llega la noche. Cuando hablan de modelo educativo las madres consideran que los niños son espejos, reflejan y son reflejados a la vez por el contexto familiar cercano que tienen. Detecto que las madres del grupo de discusión toman el modelo educativo recibido por parte de sus padres, pero que también consideran importante poseer información educativa para formar a los niños como personas competentes. Quieren dormir y descansar por la noche, pero también quieren que sus hijos sean felices en general y educar de la mejor manera posible, pensando a largo plazo. A partir de ahí considero la importancia de ofrecer a las madres un modelo educativo de crianza basado en el cuerpo cultural que afirma la relación cálida y sensorial con el bebé, pero que huya de la dependencia corporal constante y mutua entre madre-hijo como ofrecen las actuales corrientes biologicistas-naturalistas. El principal y novedoso aporte del estudio es la propuesta de una pedagogía corporal del sueño que amalgama la racionalidad educativa y el respeto máximo hacia el otro. No es otra cosa que enseñar a dormir a los niños en un equilibrio de amor y autoridad. Se entiende por amor: cariño, contacto corporal y atención personalizada. Se entiende por autoridad: orden, límites, normas sociales que pauten el sueño infantil en nuestro entorno cultural.


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