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Afrontamiento, resiliencia y bienestar a lo largo del ciclo vital

  • Autores: Teresa Mayordomo Rodríguez
  • Directores de la Tesis: Juan Carlos Meléndez Moral (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universitat de València ( España ) en 2013
  • Idioma: español
  • Tribunal Calificador de la Tesis: Raúl Espert Tortajada (presid.), Javier López Martínez (secret.), Izarne Lizaso Elgarresta (voc.)
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  • Dialnet Métricas: 4 Citas
  • Resumen
    • El ser humano a lo largo del ciclo vital se enfrenta situaciones y sucesos para los que debe poner en marcha estrategias de afrontamiento que faciliten su adaptación y generen bienestar. La mayoría de los teóricos del afrontamiento (Carver, Scheier y Weintraub, 1989; Lazarus y Folkman, 1984; Moos, 1988; Moos y Billing, 1982), concuerdan en clasificar tres dominios generales de las estrategias según cómo éstas estén dirigidas a: la valoración (afrontamiento cognitivo), un intento de encontrar significado al suceso y valorarlo de tal forma que resulte menos desagradable; el problema (afrontamiento conductual), la conducta dirigida a confrontar la realidad, manejando sus consecuencias; y la emoción (afrontamiento emocional), la regulación de los aspectos emocionales y el intento de mantener el equilibrio afectivo. Teniendo en cuenta este tipo de dominios, se han realizado diferentes conceptualizaciones de las dimensiones que conforman el afrontamiento (Skinner, Edge, Altman y Sherwood, 2003). Para la realización del estudio, se parte del modelo transaccional del Lázarus y Folkman (1984), en el que el afrontamiento es entendido como aquellos esfuerzos cognitivos y conductuales constantemente cambiantes que se desarrollan para manejar las situaciones específicas externas y/o internas que son evaluadas como excedentes o desbordantes de los recursos del individuo. Según este planteamiento, cuando aplicamos estrategias de afrontamiento, éstas pueden estar centradas en el problema, siendo el objetivo manejar o alterar el problema que está causando malestar, o centradas en la emoción, estrategias que implican métodos, tanto cognitivos como conductuales, dirigidos a regular la respuesta emocional ante el problema, pudiendo cambiar el significado de una situación sin distorsionar la realidad. Otra de las variables determinantes de la óptima adaptación, es la resiliencia, definida por Masten (2001) como un fenómeno o proceso que refleja la adaptación positiva a pesar de las experiencias de adversidad o trauma significativo. Siguiendo esta línea, Masten (2002) identifica la interacción entre la adversidad y la capacidad del individuo para superar la situación adversa, sugiriendo que la resiliencia es una construcción inferencial y de contexto que requiere de dos grandes tipos de juicios. Por un lado, el riesgo demostrable y por otro lado, el criterio por el cual la calidad de la adaptación se evalúa. Ademas, de entre los distintos planteamiento en relación a esta variable, debe distinguirse entre la perspectiva de resultado y de proceso; la primera se basa en los resultados que muestra la persona después de haber estado sometida a situaciones de amenaza y/o adversidad (Rutter, 1990), mientras que en la resiliencia como proceso, se explora la relación entre los factores de riesgo, acontecimientos que actúan para intensificar la reacción de una persona ante la adversidad (hacer más vulnerables), y de protección, mecanismos que actúan para mejorar la respuesta de un individuo a la adversidad (hacer más resistente) (Rutter, 1987, 1999). Este trabajo, asume una perspectiva de proceso dado que se estudiará el desarrollo de la resiliencia a lo largo del ciclo vital no como respuesta a eventos negativos o dañinos concretos, sino como un mecanismo de respuesta ante los diferentes sucesos evolutivos a los que se enfrenta el sujeto. Finalmente, el bienestar psicológico o eudaimónico se plantea como una variable de adaptación psicológica que según Ryan y Deci (2001b), sitúa el concepto de bienestar en el proceso y consecución de aquellos valores que nos hacen sentir vivos y auténticos, que nos hacen crecer como personas y no tanto en las actividades que nos dan placer o nos alejan del dolor. Para Ryff (1989), una de las autoras que en mayor medida ha generado uno de los primeros trabajos sistemáticos en la comunidad científica al respecto de la estructura del bienestar psicológico este concepto, el bienestar psicológico tiene que ver con tener un propósito en la vida, con que la vida adquiera significado para uno mismo, con los desafíos y con un cierto esfuerzo con superarlos y conseguir metas valiosas, mientras que el bienestar subjetivo tendría que ver más con sentimientos de relajación, de ausencia de problemas y de presencia de sensaciones positivas. Partiendo de estos tres conceptos, el objetivo general de este estudio ha sido conocer el funcionamiento y las relaciones del afrontamiento, la resiliencia y el bienestar psicológico desde la juventud al envejecimiento. Como primer objetivo se planteó analizar diferencias tanto en la totalidad de la muestra como de forma específica en los tres grupos de edad investigados: jóvenes, adultos y adultos mayores. El segundo fue estudiar los efectos principales de la edad y el género, así como la interacción de ambos para las escalas de bienestar psicológico y estrategias de afrontamiento. Como último objetivo, se planteó desarrollar, mediante ecuaciones estructurales, modelos de predicción del bienestar psicológico a partir de la utilización de las estrategias de afrontamiento y del nivel de resiliencia en los tres grupos de edad y la muestra general. La muestra de este trabajo son 1000 sujetos que se dividieron en 3 grupos de edad, 405 jóvenes (18-34 años), 320 adultos (35-64 años), y 275 adultos mayores (a partir de 65 años). Como instrumentos de evaluación, se aplicó el Cuestionario de Afrontamiento al Estrés (CAE) de Sandín y Chorot (2003) que evalúa 7 estrategias de afrontamiento que se ponen en marcha para enfrentarse a situaciones estresante u adversas (focalizado en la solución del problema, autofocalización negativa, reevaluación positiva, expresión emocional abierta, evitación, búsqueda de apoyo social, y religión) y que están fundamentadas en la clásica diferenciación de afrontamiento centrado en el problema y afrontamiento centrado en la emoción; la Brief Resilient Coping Scale (BRCS) de Sinclair y Wallston (2004) para evaluar la resiliencia y que está planteada como una escala breve que reúne los aspectos fundamentales de este concepto complejo y dinámico; y a las Escalas de Bienestar de Ryff (Ryff, 1989), que evalúan seis dimensiones: autonomía, dominio del ambiente, crecimiento personal, relaciones positivas con otros, autoaceptación y propósito en la vida. En relación a los análisis estadísticos, se realizaron en el paquete estadístico SPSS (versión 15), analizándose los principales descriptivos de los instrumentos utilizados y aplicándose correlaciones de Pearson, pruebas t para muestras independientes y análisis de varianza (ANOVAs) con sus correspondientes pruebas post hoc. Para probar los efectos de los grupos de edad, el género y su interacción se realizó un MANOVA. En cuanto al desarrollo de los modelos de ecuaciones estructurales, se han realizado mediante el programa EQS 6.1 utilizando los principales indicadores de ajuste de modelos MIMIC. Por lo que respecta a los univariados, en la muestra de jóvenes se observan diferencias el nivel de estudios en todas las escalas de bienestar psicológico a excepción de la autonomía, siendo en todos los casos los sujetos con estudios superiores quienes puntúan más alto. Además, aquellos jóvenes que tienen estudios superiores obtienen también puntuaciones más elevadas en las estrategias centradas en el problema así como en la resiliencia. En la muestra de adultos es el género la variable que juega un papel primordial, sobre todo en las estrategias de afrontamiento, habiéndose obtenidos puntuaciones superiores en todas las estrategias por parte de las mujeres, mientras que en la resiliencia los hombres han obtenido puntuaciones superiores a las mujeres. En adultos mayores, la variable sociodemógrafica que más repercusión tiene en las dimensiones del bienestar psicológicos es el nivel de ingresos, siendo las personas con ingresos superiores las que puntúan por encima del resto en todas las dimensiones, y en la estrategias de afrontamiento focalizado en solución de problemas, en cambio, los adultos mayores con ingresos inferiores utilizan en mayor medida la estrategia religión. En la muestra general, el nivel de estudios adquiere gran importancia, tanto en las escalas de bienestar psicológico donde las personas con estudios superiores obtienen mejores puntuaciones en todas ellas, como en las estrategias de afrontamiento, donde las personas con estudios superiores obtienen puntuaciones más altas en las estrategias centradas en el problema y resiliencia, y las personas con estudios inferiores puntuaciones más altas en las estrategias centradas en la emoción. En cuanto a los MANOVAs, en bienestar, los jóvenes son el grupo que obtienen puntuaciones más elevadas en relaciones positivas con otros, lo que nos lleva a pensar en el valor del apoyo estructural en esta edad. Los adultos son el grupo que obtienen puntuaciones más elevadas en dominio del ambiente, siendo capaces de crear sus propios contextos adaptados. Los adultos mayores son el grupo que obtienen puntuaciones más bajas en crecimiento personal, lo que indica que el sentimiento de mejora a través del tiempo se ve atenuado al igual que el sentido de desarrollo propio en esta etapa del ciclo vital. Por lo que respecta al género, los hombres obtienen puntuaciones más elevadas en autonomía y autoaceptación, pudiendo ser explicadas estas diferencias por los estilos cognitivos. En cuanto a la interacción, la autoaceptación muestra diferencias entre hombre y mujeres, siendo más acusadas según aumenta la edad. Las mujeres muestran una tendencia de puntuaciones en forma de “U”, mientras que los hombres aumentan sus puntuaciones para luego mantenerlas. En crecimiento personal se observa en los hombres una tendencia de puntuaciones en forma de “U” invertida mientras que en mujeres el descenso es continuo. En propósito en la vida, los hombres aumentan sus puntuaciones y las mantienen, mientras que en las mujeres se observa un descenso continuo. En cuanto al afrontamiento, con la edad se observa un descenso de las estrategias centradas en el problema y un aumento en las centradas en la emoción, principalmente en autofocalización negativa y religión, en evitación se produce un descenso superada la etapa de la juventud. Las mujeres muestran puntuaciones más altas en las principales estrategias centradas en las emociones (autofocalización negativa, expresión emocional abierta, evitación y religión) así como en búsqueda de apoyo social. Por lo que respecta a la interacción, en autofocalización negativa las mujeres del grupo de adultos mayores obtienen puntuaciones significativamente más altas que las de los demás grupos, siendo este incremento lineal desde la juventud, en los hombres, se observa una tendencia en forma de “U”. En evitación a excepción de los hombres jóvenes, son las mujeres las que presentan puntuaciones más elevadas, mostrando una tendencia en forma de “U”; mientras que en los hombres existe una tendencia a reducir esta estrategia una vez superada la juventud. En la religión se observa un aumento de las puntuaciones según aumenta la edad en ambos géneros, pero son las mujeres las que muestran puntuaciones más elevadas en todas las edades. Por lo que respecta a los modelos obtenidos, para la muestra general, al igual que en el modelo inicial, existen dos tipos de estrategias de afrontamiento. No obstante, existe una diferencia muy significativa, al igual que en el modelo de jóvenes, la estrategia religión, no forma parte del modelo final; además, tan sólo dos de las estrategias predicen un único tipo de afrontamiento, la estrategia focalizado en solución de problemas predice de forma positiva el afrontamiento centrado en el problemas, y la evitación predice de forma positiva el afrontamiento centrado en la emoción. Con respecto a las otras estrategias, todas predicen los dos tipos de afrontamiento. La búsqueda de apoyo social, al igual que en el modelo inicial, predice ambos tipos de afrontamiento de forma positiva, siendo idéntica la predicción que se produce en la reevaluación positiva; por otro lado, la autofocalización negativa y la expresión emocional abierta predicen de forma negativa el afrontamiento centrado en el problema, y de forma positiva el centrado en la emoción. Además, ambos tipos de afrontamiento se relacionan entre sí y predicen resiliencia, el afrontamiento centrado en el problema la predice de forma positiva, mientras que el afrontamiento centrado en la emoción la predice de forma negativa. Al igual que en el modelo de adultos mayores, tanto los tipos de afrontamiento como la resiliencia predicen el bienestar psicológico; concretamente, el afrontamiento centrado en el problema y la resiliencia lo predicen de forma positiva, mientras que el afrontamiento centrado en la emoción lo predice de forma negativa, lo que indica que a mayor uso de estrategias centradas en el problema y adaptación a los grandes cambios mayor bienestar psicológico, mientras que si se realiza un mayor uso de estrategias centradas en la emoción se produce un deterioro en el bienestar psicológico predicho a su vez de forma positiva por la autoaceptación, las relaciones positivas con otros, la autonomía, el dominio del ambiente, el crecimiento personal y el propósito en la vida.


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