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Resumen de La Lonja de Guillem Sagrera: el Salón de los Mercaderes

Francisco Cifuentes Utrero

  • En 1409, seis años después de la inundación del barrio del Raval de Mar, los mercaderes solicitaron al rey permiso para construir una lonja que “ennobleciera su profesión y la Ciudad de Mallorca”. No fue hasta 1426 cuando el Colegio de Mercadería contrató a Guillem Sagrera para la construcción del edificio. Al arquitecto se le encomendó resolver ambos requerimientos mencionados: la construcción de una gran sala para “ennoblecer” a los mercaderes y la implantación del edificio para “ennoblecer” un barrio periódicamente anegado por el desbordamiento del torrente. La respuesta de Sagrera, junto a una nueva manera de concebir el espacio, como es el caso de la Seu de Mallorca, fue construir el Salón de los Mercaderes, que tenía como antecedente las iglesias de planta de salón del siglo XIV. Sin embargo, La Lonja salta por encima de los usos eclesiásticos hasta entroncarse con el lejano modelo basilical romano, en su origen destinado también a la mercadería, produciendo así Sagrera un verdadero Renacimiento conceptual y práctico, diferenciado del modelo constructivo romano pero adoptando su sistema lógico. En paralelo el arquitecto implantó el edificio en el Raval de Mar, ordenó el barrio y protegió la ciudad de los peligros del mar. El resultado es un gran espacio interior cuya construcción, condicionada por las restricciones del contrato, dio como resultado una obra estandarizada y modulada, donde el encuentro de unos pocos elementos constructivos dota al espacio de una gran riqueza. Guillem Sagrera es poco conocido como arquitecto: su obra ha sido estudiada sólo en Mallorca y en su área de influencia. Estas investigaciones se caracterizan por una faceta histórica y no analítica del proyecto. Esta tesis propone paliar este vacío que hay sobre la obra. ¿Cómo analizar una obra? Para conocer una obra de arte hay que comprender mejor los procesos de creación y darnos cuenta como ha sido hecha. Por tanto el análisis es un volver hacer el proceso de creación: esto significa volver a construir la Lonja. Pero convertirse (como diría Borges) en Guillem Sagrera, conocer el catalán antiguo, recuperar la fe católica, guerrear contra los turcos y olvidar la arquitectura que ha habido desde el siglo XV hasta nuestros días, es una tarea imposible, cuanto menos teatral y sobre todo inútil. Así que re-construir la Lonja es plantear los mismos problemas que el autor, compartir los mismos intereses y hablar el mismo lenguaje (Carlos Martí). El análisis de la Lonja se ha realizado desde dos miradas diferentes pero complementarias. Por un lado, la del oficio de arquitecto y por otro, una mirada crítica entorno al imaginario de Sagrera. El primer análisis consiste en descomponer el edificio en los elementos constructivos y estos descomponerlos en piezas. Para ello se hará uso del dibujo y de las herramientas propias del oficio de arquitecto. El segundo es un análisis crítico de los métodos de elaboración del proyecto de arquitectura. Estos dos procesos realizados en paralelo conviven y se nutren entre ellos, y es en esta tensión donde se formulan las mismas preguntas, se comparten los mismos intereses y se habla el mismo lenguaje. En la Lonja también se da una relación de opuestos. Por un lado Sagrera trabajó con unas reglas muy claras como son la estereotomía, la modulación de los elementos y la estandarización del proceso constructivo. Por otro hay una toda una serie de elementos constructivos y piezas singulares que sólo podía realizarlas Sagrera el escultor. Estas dos maneras de hacer entre lo reglado y lo específico conviven en el objeto de estudio, todo y que en algunos momentos aparecen tensiones y vacios entre ellos. Es estos momentos cuando aparece el pensar y construir del Salón de los Mercaderes


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