Cuando de tecnología se trata, ningún país puede calificarse de autosuficiente, y es habitual ver cómo en diferentes momentos del proceso de creación, incorporación de la capacidad tecnológica a un bien y su posterior difusión, gracias a la existencia de intereses conjuntos, necesidades, dependencias o por cualquier otra razón, los agentes interesados en este sector (universidad-empresa-estado) en la práctica generan un amplio, inagotable y dinámico escenario mundial que le da carácter a la misma sociedad del siglo XXI. Por ello, ahondar en este proceso conocido a nivel internacional como “transferencia de tecnología” es leer sobre un episodio más del progreso de los países y su forma de relacionarse para mantener o alcanzar el liderazgo mundial, o simplemente no estar muy alejados de aquellos países que lo logran.
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