La aortografía toráxica como método diagnóstico, no se ha llegado a popularizar hasta la introducción de la técnica de SELDINGER, es decir de un método que permite la introducción percutánea de un catéter radiopaco en el árbol arterial merced a un función con un trócar que es de calibre inferior al catéter introducido. Los trabajo de ÖDMAN en Estocolmo, permitieron la aplicación de dicha técnica a la realización de estudios angiográficos de la aorta toráxica que hasta entonces no había alcanzado popularización por varias razones. Por un lado por la escasez de necesidad de estos diagnósticos al existir pocas posibilidades de tratamiento quirúrgico de la patología de esta región, y por otro por las dificultades técnicas que la visualización angiográfica llevaba consigo. El procedimiento de punción directa del arco aórtico preconizado por algunos autores, llevaba consigo sino dificultades técnicas de realización, sí un indudable riesgo que condicionaba una lógica repugnancia a su realización al exigir para la obtención de una buena visualización de la aorta ascendente, la inyección a gran presión a través de una aguja con lo que se establecen las condiciones ideales para que se produzcan desplazamientos de su extremo que puedan determinar extravasados o inyecciones extramurales, origen de aneurismas disecantes o de serias consecuencias. En varias estadísticas, las complicaciones hemorrágicas han determinado complicaciones mortales, especialmente cuando se trata de enfermos hipertensos. Los métodos de cateterismos arterial, el preconizado por RADNER, a través de la humeral expuesta quirúrgicamente, y por CASTELLANOS y PEREIRA a través de la femoral, son análogos al preconizado por ÖDMAN, no teniendo más inconvenientes que el llevar consigo la necesidad de una exposición quirúrgica del vaso y el problema de su ulterior reparación que exige en general la presencia de un cirujano con hábito en técnicas vasculares y sobre todo ante el enfermo, la consideración de un acto quirúrgico. Por otro lado el procedimiento técnicamente más sencillo de recoger en placas antiográficas con técnicas adecuada la fase izquierda una angiocardiografía venosa derecha, tras haber determinado el tiempo de circulación brazo-lengua, tiene grandes problemas técnicos, falta de uniformidad en los resultados y necesidad de emplear cantidades de contrastes mayores con obtención en cualquier caso de rellenos aórticos de escaso contraste, y de que como veremos más adelante no es útil en la valoración de determinadas lesiones valvulares, como concretamente el componente de regurgitación valvular aórtica. Cuatro grupos de procesos patológicos han condicionado el interés por los estudios angiográficos de la aorta toráxica, y cada uno de ellos ha determinado el desarrollo de técnicas angiográficas de características propias. Por un lado han estado los esfuerzos para la visualización de las arterias coronarias, que han conllevado un extenso estudio de la hemodinámica de la circulación coronaria y de la forma de conseguir el relleno de estas arterias en cualquier caso ha resultado útil para su aplicación en otros procesos, puesto que en la actualidad el estudio coronariográfico selectivo ha desplazado totalmente las técnicas un día hasta cierto punto en boga, de aortografía toráxica para la visualización de las coronarias. Un segundo grupo de procesos que han requerido la visualización de la aorta toráxica, son aquellos que afectan a la aorta ascendente, a su arco o a la descendente, es decir, fundamentalmente la patología adquirida constituida por los aneurismas aórticos, y la congénita centrada en las coartaciones de aorta. Un tercer grupo de problemas ha estado constituido en el análisis de los cuadros de insuficiencia vascular cerebral determinados por la existencia de lesiones en los troncos supraórticos, en general en la proximidad a su origen en el arco aórtico, en los que el estudio se admite en general que debe iniciarse con una repleción de conjunto del cayado. Finalmente el cuarto grupo de problemas que ha requerido la visualización de la aorta toráxica es el constituido por la patología del tracto de salida ventricular izquierdo. Esta patología que puede localizarse en la propia válvula aórtica, por encima de la misma, o en el tracto de salida ventricular izquierdo o en el mismo ventrículo, se ha analizado fundamentalmente por dos técnicas angiográficas: por un lado la ventriculografía izquierda, que permite un estudio tanto del ventrículo como de su tracto de salida, mecánica de expulsión y de la aorta, y por otro merced a la aortografía toráxica con inyección supravalvular que permite en nuestro concepto y en la opinión de autores como ÖDMAN y PHILIPSON un estudio más preciso de la morfología de las sigmoideas. Ni que decir tiene que en aquellos procesos que estén situados en el tracto de salida ventricular izquierdo, debajo de las sigmoideas aórticas, será necesaria la práctica de una ventriculografía izquierda, y así mismo para la valoración de la regurgitación aórtica, será obligada la práctica de una aortografía toráxica. En el análisis de las valvulopatías estenosantes de las sigmoideas, está sin embargo por determinar cual es la técnica ideal para su valoración. En análisis de un grupo de enfermos en los que se tiene conocimiento de sus características clínicas, de las alteraciones hemodinámicas del tracto de salida ventricular izquierdo y en los que al mismo tiempo que una visualización angiográfica de las sigmoideas por aortografía retrógrada se han conseguido un análisis directo de las válvulas durante la cirugía, constituye la base de este estudio que tiene como finalidad la valoración de las posibilidades de la aortografía toráxica en el análisis de la patología valvular-aórtica.
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