El diagnóstico de quilotórax debe basarse en criterios bioquímicos y tener siempre presente el posible origen abdominal. Los quilotórax secundarios a cirrosis o a otros procesos con derrames de tipo trasudativo son excepcionalmente diagnosticados, no sólo, por su inherente rareza sino además porque la toracocentesis no se realiza en ellos de forma rutinaria. Cuando la ascitis es escasa el origen infradiafragmático puede ser inaparente. La gammagrafía peritoneal es una técnica rápida y segura para constatar el flujo peritoneopleural de líquido evitando el empleo de recursos diagnósticos o terapéuticos tan potencialmente peligrosos como innecesarios. Este estudio demuestra que las características bioquímicas de los quilotórax cirróticos, a diferencia de los de las demás etiologías, son siempre de trasudado en ausencia de infección, lo que debe ser utilizado para clarificar el diagnóstico.
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