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Los nosocomios de la Ciudad de los Reyes durante la colonización española

  • Autores: Josefa Luisa Ortega García
  • Directores de la Tesis: Felipe Martínez Pérez (dir. tes.)
  • Lectura: En la Universidad de Sevilla ( España ) en 1986
  • Idioma: español
  • Número de páginas: 456
  • Enlaces
    • Tesis en acceso abierto en: Idus
  • Resumen
    • Los Incas habitaban el Perú cuando Pizarro y Almagro lo conquistaron. La capital del imperio Inca era el Cuzco, pero al estar alejada de la costa no permitía prevenir los posibles desembarcos en el Pacífico y como los vecinos de Jauja estaban descontentos, Pizarro y el Cabildo de la Ciudad decidieron trasladarla a la costa. En 1535 fundaron a orillas del río Rimas la ciudad de los Reyes, que más tarde se llamaría Lima y sería la capital del Virreinato Peruano.

      Don Francisco de Toledo organizó la administración de la Colonia. A finales del siglo XVIII se crearon las Intendencias, para tratar de racionalizar la hasta entonces ineficaz y antieconómica organización del país.

      Con la conquista entraron en contacto dos culturas, influenciándose mutuamente. España llevó la religión, la escritura y una mejor técnica; mientras que los Incas aportaron observaciones sobre la acción curativa de diversas plantas, ya que eran buenos herbolarios. Pero también contactaron diferentes patologías, de tal forma que los españoles llevaron enfermedades desconocidas en aquellas tierras y sufrieron autóctonas del aquel país.

      Los médicos escaseaban en América y los religiosos, llegados para evangelizar aquellas tierras, en algunas ocasiones tuvieron que cuidar de los enfermos y heridos.

      Los hospitales se hicieron a semejanza de los ya existentes en España, siendo favorecidos por la Corona. En esta obra colaboró de forma muy importante la Iglesia. La administración de los hospitales solían estar a cargo de Cofradías formadas por veinticuatro Hermanos, o bien de las Ordenes Hospitalarias: los Bethlemitas y los Hermanos de San Juan de Dios.

      La Orden de Nuestra Señora de Belén fue fundada por Pedro de San José Betancur en Guatemala. Fue la primera creada en América, y se dedicaban a cuidar de los enfermos convalecientes. En 167 obtuvieron permiso para pedir limosna en el Perú, llegando a Lima en 1670. En 1672 se hicieron cargo del Hospital de Nuestra Señora del Carmen. Desde Lima se extendieron por todos los territorios conquistados por los españoles. A principios del Siglo XIX y una vez independizados los países americanos, se extinguió esta Orden.

      San Juan de Dios fundó en Granada una Orden dedicada a cuidar de los enfermos pobres. A finales del Siglo XVI llegaron a Cartagena de Indias y en 1606 se hicieron cargo del Hospital del Callao y del Hospital de Convalecientes de Lima. Mediante los Autos de 1632 y 1652 se regulaba la administración de sus hospitales. En el Siglo XIX se disolvió la Orden en España, siendo restaurada a finales de ese siglo. Ellos llevaron a las Indias las normas más modernas de la época para curar a los enfermos. Esta Orden ha realizado grandes aportes a la Medicina.

      Lima fue una de las ciudades americanas que contó con mayor número de hospitales, la mayoría de los cuales fueron fundados en el Siglo XVI. En gran parte fueron debidos a la iniciativa privada y a la Iglesia, aunque algunos se fundaron a expensas de la Real Hacienda. Con ello se intentaba cubrir las necesidades de la población y se especializaron en atender a los distintos sexos, grupos étnicos y profesiones de la ciudad.

      En las Capitulaciones entre Pizarro y Carlos I se trataba sobre la fundación de un hospital en las tierras conquistadas. En 1538 el Cabildo adjudicó unos solares para construir el Hospital de Nuestra Señora de la Concepción. En 1549 Francisco de Molina comenzó a recoger enfermos en su casa, dando origen al Hospital de los Españoles. Durante algún tiempo estuvo unido al Hospital de los Indios. Pero debido a sus diferentes necesidades, la unión no prosperó y en 1554 se separaron.

      En el Hospital de San Andrés se curaban los españoles pobres. Don Andrés Hurtado de Mendoza le adjudicó nuevos solares en el arrabal de la ciudad y le concedió diversas limosnas para ayudar a su construcción. En el Hospital había salas para los españoles pobres, mujeres, locos y enfermedades contagiosas. Pertenecía al Patronato Real, por lo que recibía muchas limosnas de los Reyes de España, quienes se interesaban por su funcionamiento y necesidades. Sin embargo era el Cabildo el encargado de vigilar su funcionamiento, pagar al médico y cirujano, nombrar al mayordomo y tomas las cuentas del Hospital. En la vista realizada en 1563, se puso de manifiesto el aumento del número de enfermos por el crecimiento de la población y lo bien que eran tratados.

      El Virrey Don Francisco de Toledo hizo unas Ordenanzas para regir su funcionamiento y le concedió una “plaza de lanza”, mediante la cual a cambio de curar gratuitamente a los componentes de la Compañía de Lanzas, se le concedían mil pesos anuales. Parece ser que fue el único hospital que recibió esta concesión, la cual seguía vigente a finales del Siglo XVII. Otra fuente de ingresos era el Corral de Comedias de Lima.

      En 1602 por iniciativa del Virrey Don Luis de Velasco y del Padre Juan Sebastián, los mercaderes fundaron una Hermandad para cuidar del funcionamiento del Hospital. Este siempre tenía un desfase entre las rentas y los gastos, que era cubierto con las limosnas dadas por os vecinos de la ciudad. A finales del siglo XVII y durante todo el Siglo XVIII se prolonga la decadencia del Hospital, que estuvo a punto de cerrarse por la falta de medios para atender a los enfermos. El déficit económico del hospital se debía principalmente al aumento de la población de Lima, y las malas condiciones de vida de la mayoría de los ciudadanos, así como a la disminución de la población indígena en el distrito de los Yauyos, por lo cual bajaban sus rentas. A todo esto se añadió la destrucción de su edificio causada por el terremoto de 1746.

      En el Hospital, que tenía 250 camas, eran atendidas todas las enfermedades. Había una sala para enfermos mentales, a la cual eran trasladados todos los locos del Perú. Contaba con cinco capellanías, cuyos sacerdotes administraban los sacramentos a los enfermos. La planta del hospital tenía forma de cruz latina y en el crucero había un altar para que los enfermos pudieran oir misa desde sus camas. Además tenía una Iglesia y tras la ampliación de 1607 había seis enfermerías grandes y dos medianas. En un principio en este Hospital eran atendidos los negros en una sala aparte.

      El Hospital de San Diego fue fundado en 1594 por Don Cristóbal Sánchez y Doña María de Esquivel, su mujer. En él eran atendidos los enfermos convalecientes del Hospital de San Andrés. Se fundó una hermandad para que cuidara del Hospital y en 1600 los Hermanos de San Juan de Dios se hicieron cargo del mismo. Ellos recogieron algunos viejos, tullidos e impedidos, a quienes cuidaban junto a los convalecientes. El Hospital era la casa de noviciado del Virreinato Peruano y en él había varios sacerdotes que administraban los sacramentos a los enfermos. Ampliaron el Hospital, que fue destruido por el terremoto de 1687. Posteriormente fue reparado. Según la visita de 1775 el Hospital estaba muy bien atendido por los hermanos.

      En 1559 Pedro Alonso Paredes, Gonzalo López y Diego Guzmán fundaron una Hermandad, que al unirse con la creada por los escribanos recibió el nombre de Hermandad de la Caridad y Misericordia. Ellos fundaron el Hospital de San Cosme y San Damián para atender a las mujeres enfermas. Además la Hermandad proporcionaba médico y medicinas a los pobres, enterraba a los desamparados y ajusticiados, recogía limosnas que repartía los domingos entre los pobres de la ciudad, dotaba a las jóvenes mestizadas recogidas en el Hospital con 300 pesos y a las españolas con 400. Todos los años elegían un mayordomo y varios diputados que se encargaban del funcionamiento del hospital, el cual podía atender a más de 100 enfermas. Eran cuidadas todas las mujeres sin importar la raza ni la enfermedad que padecían. El hospital tenía 4 capellanías, cuyos clérigos administraban los sacramentos a las enfermas. Fue reedificado en 1610 y sus gastos superaban a las rentas.

      Durante todo el Siglo XVII los Virreyes y Monarcas españoles lo favorecieron con diversas limosnas y el Marqués de Mancera hizo construir una sala para mejorar el trato recibido por las enfermas. Durante el Siglo XVIII se produjo su decadencia, con disminución de sus rentas. En 1765 hicieron nuevas Constituciones.

      En 1614 los Hermanos construyeron al lado del Hospital un Colegio, en el cual vivían algunas niñas en régimen de clausura y del que salían para casarse o para ingresar en un convento.

      El Hospital del Espíritu Santo fue fundado por Miguel de Acosta en 1573. Estaba destinado a los marineros y era sostenido por la gente del mar. Cada barco pagaba por cada viaje que realizaba, una cantidad para el hospital; la cual era descontada de su sueldo a los marineros. En él se fundó la primera Academia Náutica, así como el Cosmografiato, que era semejante el existente en la Casa de la Contratación de Sevilla. Fue el hospital que recibió mayores privilegios espirituales de los Pontífices. Al igual que los demás hospitales fue destruido por el terremoto de 1746. En el hospital se atendía al cuerpo de Marina de S. M. y servía de Convalecencia. Sus Constituciones se hicieron en 1615.

      El Hospital de San Lázaro fue fundado en 1563 por Antón Sánchez para atender a los enfermos leprosos. Lo situó en la margen derecha del río Rimac, por ser un barrio escasamente poblado. Sólo pudo construir la Iglesia y dos salas. Cumplía las ordenanzas dadas por Felipe II, a quien Antón Sánchez solicitó la concesión que tenía el Hospital de San Lázaro de Sevilla. En 1586 fue destruido por un terremoto y en 1606 lo reedificó la Hermandad fundada por Álvaro Alonso Moreno, Antonio Román de Herrera, Sebastián Carreño y Pedro Vélez Roldán.

      En este hospital se atendían todas las personas libres afectadas por la lepra, que en su mayoría eran negros. A principios del Siglo XVII aumentó el número de estos enfermos y debido al temor que se extendiera la enfermedad se reedifico el hospital por la Hermandad sin la ayuda Real. A pesar de ello nombraron al Rey Patrón del mismo. En 1608 el Marqués de Montesclaros aprobó sus Constituciones.

      Como consecuencia de las medidas tomadas para evitar la difusión de la lepra, esta enfermedad disminuyó a mediados del Siglo XVII aunque no llegó a desaparecer. El hospital tenía forma de crucero y sus salas estaban situadas de tal forma que el viento que pasaba por ellas no dañara a los habitantes de la ciudad. El hospital sufrió diversas reformas y se sostenía con las limosnas recogidas por los leprosos y una parte de los novenos que le concedió el Conde de Lemos. El terremoto de 1746 lo destruyó por completo. Para reedificarlo se organizaron varias corridas de toros. En él se libró el Pleito de la curación de la lepra por el Doctor Villalobos.

      En 1669 los mayordomos del hospital solicitaron que la Iglesia del mismo fuera designada Parroquia del barrio de San Lázaro. Basaban su petición en el aumento del número de personas que habitaban el barrio. Tras diversos conflictos en 1736 la Iglesia del Hospital de San Lázaro fue erigida Parroquia del dicho barrio.

      El Hospital de San Pedro fue fundado por una Cofradía de 24 Clérigos para atender a los sacerdotes enfermos y pobres. Las limosnas era su principal fuente de ingresos. a mediados del siglo XVII la Congregación del Oratorio de San Felipe Neri se hizo cargo del hospital, debido a la mala situación en que se encontraba. Sin embargo esto no supuso ningún beneficio, continuando su decadencia y durante el siglo XVIII tuvo que hacer frente a varios pleitos, siendo el principal el ocasionado con motivo de la visita realizada al hospital por el Arzobispo Pedro Antonio Barroet en 1753 llegando a renunciar a la administración del hospital, aunque esto no fue aceptado por el Rey. Sirvió de cárcel de clérigos.

      El Hospital de Santa Ana fue fundado en 1549 por Fray Jerónimo de Loaisa, para atender a los indios y convertirlos a la fe católica. La Corona concedió diversas limosnas para ayudar a la construcción y sostenimiento del hospital. Fray Jerónimo puso mucho interés en la atención espiritual de los enfermos, para lo cual fundó una capellanía cuyo clérigo debía decir misa y administrar los sacramentos a los enfermos.

      En 1550 el Arzobispo Fray Jerónimo de Loaisa redactó las Ordenanzas del hospital y en 1562 nombró al Rey Patrón del Hospital. Dos años más tarde, tras la muerte del virrey Conde de Nieva, la Audiencia intentó tomar posesión del hospital, pero el Arzobispo lo impidió rogando a un alcalde que lo hiciese en nombre del Rey.

      Al aumentar la población del barrio donde estaba ubicado el hospital, su Iglesia fue erigida en Parroquia. Las limosnas junto con la mitad del noveno y medio de los diezmos eran los principales ingresos del hospital. Los gastos fundamentales eran las obras de reparación y el cuidado de los enfermos.

      El hospital tenía una planta en forma de cruz, con salas separadas para hombres y mujeres, así como algunas habitaciones para enfermedades contagiosas y enfermos que iban a morir. En 1607 se fundó una Hermandad que se encargaba de atender el buen funcionamiento del hospital y redactó nuevas Ordenanzas. A principios del Siglo XVII se hicieron algunas reformas en el hospital que podía atender a 300 enfermos. A finales de este siglo comenzó a decaer, continuando igual durante todo el siglo XVIII. Por esta causa el Virrey lo entregó a los Bethlemitas, pero fueron tantas las protestas que dos años después el Rey ordenó su devolución a la Hermandad.

      El Hospital de Nuestra Señora del Carmen fue fundado por Juan Cordero y Antonio de Ávila en la segunda mitad del siglo XVII para atender a los enfermos convalecientes del Hospital de Santa Ana. En 1672 los Bethemitas se hicieron cargo del mismo. Ellos para cubrir las necesidades del hospital consiguieron que 365 personas pagaran una vez al año los gastos diarios del mismo los cuales fueron valorados en 12 pesos. Esta fue el punto de partida para la difusión de la Orden Bethlemítica por toda Sudamérica. A principios del siglo XVIII los Carmelitas intentaron que los Bethlemitas no pidieran limosna bajo la advocación de la Virgen del Carmen, pero la Audiencia dictaminó a favor de los hospitalarios.

      El Hospital de Santo Toribio o Refugio de Incurables fue fundado por Fray José de Figueroa y Juan Carrasco para atender a los enfermos incurables de Lima. En 1669 Domingo de Cueto construyó 4 salas en forma de cruz y un altar para que los enfermos pudieran oír misa desde sus camas. En 1702 los Bethlemitas se hicieron cargo de este hospital. En 1729 perdió gran parte de sus rentas y en 1767 se creó en su Iglesia la Cofradía de Cristo Pobre.

      El Hospital de San Bartolomé fue fundado en 1646 por Fray Bartolomé de Vadillo, para atender a los negros. Se creó una Hermandad para que cuidara y administrara el hospital, en el cual eran atendidos tanto hombre como mujeres. Sus salas formaban un crucero y tenía una Iglesia. Tras el terremoto de 1687 fue reconstruido por Manuel Fernández Dávila. El terremoto de 1746 lo destruyó por completo siendo reedificado por Don Pablo Matute. En 1818 se hicieron unas nuevas Constituciones para el hospital.

      El Hospital de Nuestra Señora de Atocha fue fundado por Luis Pecador para recoger y cuidar a los niños expósitos. El los entregaba a unas amas para que los criaran, a las cuales pagaba con limosnas que recogía. Los escribanos decidieron fundar una Hermandad para atender a los Huérfanos y hacerse cargo del Hospital fundado por Luis Pecador, quién donó el solar, la casa, la capilla y todos los enseres del mismo. En 1603 se aprobaron sus Constituciones. El Príncipe de Esquilache les concedió la cuarta parte de los arrendamientos de la Casa de Comedias. En este Hospital se criaba y cuidaba a los niños, que además aprendían a leer, escribir y un oficio. El terremoto de 1687 destruyó el edificio del Hospital y la Hermandad se disolvió. Más tarde fue reconstruido por José de Herrera. Hacia 1718 estaba sumido en la pobreza y gracias a los Virreyes logró recuperarse pero el terremoto de 1746 le ocasionó importantes daños. Para su reconstrucción se concedieron importantes limosnas en el derecho de la sisa.

      En 1654 Mateo Pastor fundó un colegio para niñas huérfanas junto a Nuestra Señora de Atocha, que estaba a cargo de la Inquisición. Las edades de las niñas oscilaban entre los 8 y los 16 años. Estas niñas solían proceder del Hospicio de Huérfanos.

      Estos son los once hospitales fundados en Lima para atender a sus habitantes. La mayoría se debieron a la iniciativa privada y para asegurar su funcionamiento se crearon Cofradías de Veinticuatro Hermanos o bien, fueron entregados a las Ordenes Hospitalarias.


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