Tras su excavación y durante más de seis décadas, el castro de Pendia padeció cierta desatención por parte de la comunidad arqueológica, abandono que no sólo ocasionó cierta dejadez en sus labores de mantenimiento, sino que además provocó una nula aportación de nuevas informaciones sobre el sitio. A partir del año 1999, y con la dirección de Ángel Villa en el Plan Arqueológico del valle del Navia, esta situación empieza a cambiar, de modo que no sólo comenzaron a consolidarse estructuras en un avanzado estado de degradación, sino que arrancan también nuevas excavaciones.
Estas primeras actuaciones también permitieron fijar unos principios esenciales de trabajo que iban a guiar todas las actuaciones posteriores; entre ellas, las que forman el núcleo documental de esta tesis doctoral: ocho campañas de excavación realizadas entre los años 2003 y 2013. Una investigación que, si bien muy modesta en términos materiales y temporales, permitió un proyecto sostenido en el tiempo. Además, también generó un aumento de los datos disponibles para el castro, de manera que, en primera instancia, se pudieron paliar las lagunas informativas: por un lado, establecer una cronología para la ocupación y, por el otro, describir con detalle el caserío exhumado. El descubrimiento de fases de la Edad del Hierro en varios sectores del caserío o en las fortificaciones permitió colocar el yacimiento en una posición muy semejante, en términos temporales, a la de otros muchos castros de la comarca, la región o de la península. Así pues, sobre una importante ocupación indígena (al menos desde el siglo IV a. C.), se desarrollará a posteriori un poblado romano que estuvo ocupado hasta el siglo II d. C.
No obstante, las excavaciones permitían llevar a cabo un conjunto de estudios más específicos sobre los ajuares recuperados los cuales, por primera vez, tenían un contexto claro en este yacimiento además de contar con el apoyo de dataciones absolutas. Con esos principios los temas seleccionados para un análisis más profundo tenían clara vinculación con las estratigrafías y los materiales más sugerentes aportados por el yacimiento. En consecuencia, la arquitectura y el urbanismo, por la novedades que aportaron, son dos apartados claves en esta tesis; un rol que por otro lado estos aspectos también han tenido (y aún tienen) en la investigación sobre recintos protohistóricos; en diferentes ámbitos y desde los orígenes de la disciplina arqueológica.
Así, no es extraño que acompañando a los capítulos más clásicos (de introducción o de conclusiones), estos aspectos sean capitales. Junto a ellos han tenido un peso importante los materiales, que permiten datar, atribuir funciones, o estimar la relevancia cuantitativa y cuantitativa de los hallazgos en contextos más amplios. Finalmente, los espacios domésticos se ven representados gracias al hallazgo de un conjunto inusual en el interior de una de las construcciones. Este último apartado resume además el esfuerzo desarrollado en toda la tesis para proyectar los resultados de unos trabajos de campo eminentemente prácticos, sobre las corrientes actuales de pensamiento teórico o sobre el acervo común sobre cultura castreña. Por esa razón, en esta investigación aún son claves informaciones esenciales del registro, como el análisis espacial, ya que permiten la reflexión metodológica acerca de la capacidad o de los límites de la arqueología para recuperar información.
En suma, el objetivo final era conocer más sobre las comunidades que durante la Edad del Hierro y la época Romana habitaron estos poblados en parte occidental de Asturias, a través de una investigación que trata de inspirarse en las monografías sobre yacimientos arqueológicos, formato de amplio recorrido tanto en el territorio nacional como en el internacional
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